Lucrecia de Palomo

Como caía de mal cuando mamá decía “se los dije…” Ella informaba, advertía de las consecuencias y daba libertad, era sabia; su experiencia le permitía conocer las consecuencias. Casi siempre sucedía como ella lo pronosticaba pues tenía claro que “A” provocaba “B”.

A pocos meses del cambio de algunas autoridades en el país, ante un nuevo gobierno en el Ejecutivo, que llegó por un voto en contra del partido que estaba gobernando, podemos notar que la percepción de los ciudadanos sobre el rumbo del país es de incertidumbre, de no tener claro hacia dónde vamos. Tenemos un sistema de salud colapsado, un sistema educativo paupérrimo, y qué podemos decir de seguridad. Esto no es nuevo, se viene diciendo y advirtiendo desde hace varios gobiernos sin que se escuche.

Recién estrenado el actual Ministro de Educación, en una entrevista, planteó el estado del sistema educativo, al leerlo no me quedó más que pensar “lo dijimos…” Quienes toda una vida hemos bregado en el campo educativo, que estamos en las aulas impartiendo clases y conocemos la situación de los estudiantes en las aulas; quienes vimos cómo operó el Consejo Nacional de Educación en el período del gobierno pasado y sobre todo quienes sufrimos las política y normas –en su mayoría ilegales– que emite el Ministerio de Educación, planteamos lo errado del camino. Sabíamos que los resultados solo podían ser los que son, han sido –y da miedo decirlo– serán: una educación para élites que no permite el desarrollo para todos: la historia de este país.

A mi entender, el peor enemigo que tiene la educación nacional es el mismísimo Ministerio de Educación, que ha estado en las mismas manos desde los tullidos Acuerdos de Paz, hasta el final del gobierno del PP. Un sistema educativo que tiene un mandato en ley, pero la realidad es otra. Notorio es que la mitad de la población no tiene la posibilidad de ser parte del sistema, que en los últimos 4 años dio énfasis y recursos a una Reforma Educativa fracasada y dedicó tiempo y espacio a los poquísimos graduandos. En ese enfoque educativo se buscó obtener jóvenes trabajadores para los escasos call centers. Ha sido un sistema perverso que piensa más en las necesidades de los empresarios que en los educandos.

Pero todavía falta topar fondo. Se advirtió de las políticas nefastas que eliminaron ilegalmente las escuelas normales y la mayoría de carreras técnicas. Esa ilegalidad trajo a corto plazo la fuga de cientos de miles de jóvenes del sistema porque no le encontraron sentido a ser bachilleres y prefirieron abandonar. A mediano plazo enfrentaremos escases de maestros, sobre todo en las áreas rurales, donde más se necesitan, porque allí no llegarán los insuficientes maestros universitarios que egresarán. A largo plazo el caos.

Pero no contentos con el desplome de la educación pública, la arremeten contra la mayoría de establecimientos privados populares y de clase media, –los que acogen a los estudiantes que el Ministerio no atiende– exigiéndoles lo que el Estado no da a sus propias instituciones. Éstos no podrán pasar el tamiz asfixiante e ilegal que las Direcciones Departamentales, que arbitrariamente están ejecutando en forma ilegal por intereses opacos de sus directores. Ojalá que, de nuevo, no sean los diputados quienes elijan a los Directores Departamentales de Educación, porque de ser así, la poca educación desaparecerá del país. Ojalá se escuche porque de seguir así, será irreversible el golpe.

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