Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Si yo fuera un embajador de la comunidad internacional, probablemente sugeriría lo mismo que dije en la última cena a la que fui invitado en la Embajada Americana en el sentido de que una de las medidas más efectivas que puede haber, es que uno o varios países nos priven de su apoyo mientras aquí no cambiemos las reglas del juego.

Y es que resulta que se ha generado un círculo vicioso que consiste en que los “países amigos” le preguntan a los actores viciosos del sistema cuáles son los problemas del mismo y qué soluciones se pueden implementar y éstos, al serles necesaria la continuidad del sistema para sostener sus negocios, programas o medios, plantean soluciones a medias para que todo siga igual.

Por crudo que le parezca y para que usted lo digiera más fácil, es como preguntarle a Byron Lima, al Smiley y a la Baldetti qué es lo que se necesita para reformar el sistema penitenciario. ¿Cree que ellos contestarán algo para perder sus beneficios y su sistema de privilegios?

Por supuesto que no y ahí está el detalle, diría Cantinflas, aunque eso es culpa nuestra porque no hemos sido capaces de hilvanar una agenda que nos permita modificar el sistema de justicia mediante reformas que privilegien la carrera judicial blindando a los jueces honrados, castigando a los corruptos, asegurando más recursos y generando un verdadero y riguroso sistema de rendición de cuentas.

No hemos logrado cuajar las ideas para mandar por un tubo el sistema político (aunque al cínico de Taracena nos diga que el nuestro es un buen sistema y que por eso lo defiende) entrándole de lleno a los vicios encarnados en el financiamiento de partidos políticos, en la forma en que éstos se manejan, la forma de elección y participación (urge que los comités cívicos tengan más opciones).

Tampoco hemos sido capaces de reformar nuestro sistema de salud dotándolo de tecnología, insumos, medicinas y personal con mística y bien pagado, porque hemos tolerado que algunos mafiosos se entretengan en todo lo que les deja jugosas comisiones hasta el punto de volverse millonarios.

No hemos logrado reformar el sistema educativo de una manera en que la educación sea una verdadera puerta al futuro y al éxito para tanta gente necesitada de éste país, sino que se ha convertido en una agencia que se mueve cuando le chispan los dedos el magisterio y algunos del sector privado, aunque los resultados terribles están a la vista.

Seguimos siendo incapaces de modificar la matriz de compras del Estado, porque como el negocio es jugoso, no se ha dejado que se centralicen las compras mediante un sistema nacional de la materia, eliminando así tanta unidad ejecutora. Un principio normal que muchos aplican a sus empresas cuando hay desorden, pero que no aplica para el Estado porque eso “mataría la gallina de los huevos de oro”.

Y así se puede seguir, pero no alcanza el espacio, pero mi punto es que hay formas en las que sin hablar mucho se puede ser más efectivo y certero, para hacer despertar a un pueblo que no atina por dónde, pero que en teoría quiere cambios.

El hecho que no atinemos y que nuestra clase política y sus socios en los negocios sigan igual, sólo hace bullir más la olla de presión.

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