No cabe duda que somos una sociedad desmemoriada, tanto en el corto como en el largo plazo, y es por ello que no logramos salir de muchas situaciones que se repiten para mantener un sistema diseñado para beneficiar a los mismos y condenar al resto.

Recordamos esto porque cuando fue el escándalo del Caso IGSS, en el que el hijo de una magistrada estaba colocado en una posición de “negociador” de contratos corruptos, todo lo que tuvo que hacer Blanca Stalling fue “pedir permiso” para salirse de las luces y regresó fresca como una lechuga sin que haya existido rechazo y, menos, una condena de la población que la obligara a renunciar por el desprecio ciudadano.

Lo mismo está haciendo el diputado Giordano, para tratar de que se reduzca la presión. Pero hay que recordar que así como no es lógico que Giordano siga de diputado, tampoco otros como la arrogante Patricia Sandoval que dice que su investidura “se respeta” y cree, de verdad, que son los patrones del Estado y pueden presionar a ministros y gobernadores.

El problema no es Giordano ni Sandoval. Es el pleno de diputados porque la que no se ha hecho respetar es la ciudadanía y es por ello que los políticos y las cúpulas le apuestan a esa amnesia para seguir con las prácticas que hacen multimillonarios a unos mientras la mayoría se enfrenta a condiciones de extrema pobreza, el muro de la impunidad y una violencia que nos desangra como sociedad.

Y es esa falta de memoria de la ciudadanía la que ha hecho que ahora se tomen algunas medidas mínimas sin que se entre a un cambio radical del sistema, pero con el que los representantes de la “vieja política” que nos ha gobernado nos quieren imponer y mantener el vicioso sistema.

Era el año 1993 cuando aquellos “depurables” hicieron sentir a la población que se había limpiado el Legislativo. El error de la población fue que sacaron a un grupo de diputados muy cuestionados, pero dejaron que las prácticas se quedaran y las mejoraran para moldear el sistema hacia los intereses de los dueños del circo.

Igual ha pasado siempre con el ciudadano que cree que obtiene grandes logros, cuando se ganan pequeñas batallas. La polarización y el desencanto facilita que se generen odios contra personas individuales que se ven como trofeos, tal el caso de Pérez Molina y Baldetti, pero no se entiende que de nada sirve quitarlos si no se continúa en la lucha hasta cambiar el sistema desde sus raíces.

La falta de memoria nos hace muy vulnerables. En dos semanas, cuando regrese Giordano, a ver de qué nos acordamos.

Artículo anteriorNuestra soberanía fue secuestrada hace tiempo
Artículo siguienteCinco fotógrafos que deberías conocer