Estuardo Gamalero

“Te odio, con odio jarocho” -El Ratón Crispín-

La frase es del comediante Luis de Alba, a través de su personaje de los 80 “El Ratón Crispín”. La misma se refiere al sentimiento de odio intenso, consecuencia del cual se aborrece, desprecia y detesta con toda el alma a algo o a alguien.

La semana pasada leí el excelente artículo de opinión “El odio es contagioso” del periodista Jorge Ramos. En su nota, hace referencia a los nefastos mensajes que Donald Trump profana y por medio de los cuales incita al menosprecio y odio de los latinos. Transcribo un párrafo que me pareció muy importante:

“Trump ha creado un espacio que es el paraíso de los troles; activa y legitima los prejuicios de muchos estadounidenses. Esto se llama teoría de la activación. Lo aprendí de un magnífico artículo de Sanam Malik del Center for American Progress (http://ampr.gs/22zRzOD ) “Cuando figuras públicas en posiciones de influencia promueven el odio, algo dañino ocurre”, escribió Malik. “Ellos legitiman conductas socialmente inaceptables, normalizan el odio y por lo tanto promueven la violencia”.

Asimismo, Jorge Ramos, hace un llamado de atención a sus compañeros periodistas y reporteros en el sentido de no caer en los mismos errores del pasado, es decir: simplemente repetir notas y noticias, como por ejemplo durante la administración del Presidente George W. Bush, al no haber cuestionado e indagado sobre las supuestas y famosas “armas de destrucción masiva” que nunca aparecieron durante la guerra e invasión de Irak.

También señala el caso del nefasto y difunto Hugo Chávez, en el envenenamiento mediático que alimentó entre la población, con el cual se consagró en el poder. Hugo Chávez, aprendiz de socialista, inculcó en el pueblo venezolano, un odio inmenso en contra de todo aquel que fuese su opositor. Destruyó al empresariado, cercenó las oportunidades de la gente trabajadora, aniquiló los medios de producción, de comunicación y paralelamente desmanteló las garantías y defensas del individuo.

También encontré una nota que recoge la opinión del Padre McCulloch (de nacionalidad australiana, acogido por el pueblo Paquistaní), en la cual reconoce que Pakistán sufre de los actos terroristas de los talibanes, pero sobre todo del odio que alguien más inculca. En ese sentido dice: “El terrorismo puro, es un cáncer que se puede extirpar. El odio, en cambio, es una infección que se contagia. Un morbo latente que, de repente explota y genera monstruosidades como esta (refiriéndose a los ataques y asesinatos en contra de los cristianos)”.

En épocas recientes, Guatemala se ha convertido en “el país de los Loros Bravos”: alguien genera una noticia (verdadera o falsa) y es suficiente para que mil loros enojados empiecen a repetirla con morbo, odio y peor aún, sin tan siquiera entenderla o cuestionarla. Lo que no se dan cuenta los loros esquizofrénicos, es que la mayoría de las veces, son víctimas de la estrategia de algún político o actor con peso, que genera mensajes que incitan al odio por conveniencia, los cuales directamente le fortalecen a él, pero debilitan a cualquiera que pudiese ser un adversario o legitimo fiscalizador de su gestión.

Yo quiero mucho a mi país. Me siento orgulloso de ser guatemalteco, abogado, emprendedor y escritor de miércoles en este medio. Tengo amigos de todos los estratos sociales y es por ello que lamento cuando alguien con odio, generaliza los temas y habla mal de Guatemala; cuando atacan a los profesionales y a la empresarialidad como consecuencia del libre mercado, a la riqueza como anhelo de cualquier persona. Me molestan las personas que abusan de los derechos constitucionales y la ley para destruir la dignidad y el honor de una persona. Me molestan las personas resentidas y acomplejadas que con ira provocan al pueblo, insultan, lucran de los conflictos y todo lo que proponen contagia odio.

Si usted no quiere que perdamos a nuestro país, no se deje sorprender por el amarillismo de las noticias que no sabe si son verdaderas. No repita como loro cosas que no entiende, no le constan o cuyas consecuencias pueden ser fatales. No consienta “sin vergüenzas” sean ricos o pobres.

Analicé si esas personas que opinan, denuncian, escriben, reportan y se quejan, producen algo, proponen soluciones viables, o actúan de esa manera con la intención que prospere el odio jarocho, proponiendo instrumentos legales para afirmarse en sus puestos y agendas, pero menoscaban los derechos individuales.

Artículo anteriorSeguridad o defensa
Artículo siguienteMis amigos genios: un reconocimiento a su valor