Oscar Clemente Marroquín
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En España se está dando un momento político inédito porque luego del costo que la corrupción ha tenido para el Partido Socialista Obrero Español, primero, y para el Partido Popular después y con mucha más intensidad, surgieron movimientos nuevos como Podemos y Ciudadanos que, desde los espectros de la izquierda y la derecha, no sólo se nutrieron con los militantes de los dos partidos tradicionales que han gobernado durante la actual monarquía constitucional, sino que también minaron el poder de muchos de los partidos pequeños, tanto así que en la última elección ninguno obtuvo mayoría, forzando a negociaciones que han resultado difíciles y complejas.
El resultado electoral significó un mandato del electorado (algo que nos cuesta mucho entender en Guatemala) en el sentido de que tenían que producirse acuerdos entre los dirigentes políticos para formar gobierno. Al no concederle la mayoría a ninguno, se suponía que las distintas fuerzas tendrían que dialogar para definir una plataforma común que permitiera a un grupo dirigir el gobierno con el concurso de una o más formaciones. El primer intransigente, como era de esperarse, fue el Partido Popular dominado por la personalidad de Rajoy, quien se aferró a que él había ganado las elecciones porque ocupó el primer lugar, olvidando que en el sistema parlamentario gana la elección quien puede formar gobierno y no simplemente quien sin alcanzar la mitad más uno, obtiene la mayor cantidad de votos. Arrogante, no negoció sino demandó de Ciudadanos, de tendencia más bien conservadora, una sumisión absoluta.
Por el lado de la izquierda fue Podemos el partido que se negó a negociar con los socialistas, planteando demandas que implicaban una especie de rendición al PSOE, una especie de chantaje porque sabían que sin ellos los socialistas no tendrían la mayoría para gobernar. Ya el liderazgo de Podemos había cometido errores de arrogancia, como cuando se comprometió con el Chavismo de Venezuela y se presentó con actitudes radicales en el tema de las independencias regionales.
La postura más sensata e inteligente la tuvo Ciudadanos, un partido conservador, que se sintió despreciado por Rajoy y encontró en los socialistas una mayor disposición al diálogo y la negociación.
Ahora las encuestas demuestran que el gran perdedor de todo este proceso ha sido justamente Podemos, puesto que de ser la tercera fuerza más votada ha sido superada en las encuestas por Ciudadanos. Los electores españoles están valorando cómo los políticos interpretan y ejecutan el mandato de tener que negociar. Político que no entiende el mandato se pierde y esa es una lección importante para Guatemala, porque aunque no entendamos claramente en qué consisten los mandatos, lo intuimos y sabemos.
Sabemos para qué se eligió a Morales y sabemos lo que debemos esperar de él. Aquí la moraleja es que si no lo cumple y él no entiende el mandato, le pasará lo mismo que a los de Podemos, que de ser esperanza por novedosos e ilusión por la frescura de sus planteamientos, han pasado a ser reflejo de la vieja política, la que no entiende los mandatos porque se sienten iluminados y con un cheque en blanco para hacer lo que les da la gana.