Isabel Pinillos – Puente Norte
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En estos días ha comenzado formalmente su gestión la recién nombrada viceministra de Relaciones Exteriores, Anamaría Diéguez Arévalo, una funcionaria que cuenta con más de 30 años de carrera ministerial. Su designación responde al esfuerzo del canciller Morales por lograr que todos los despachos del ministerio estuvieran a cargo de funcionarios con carrera institucional, cumpliendo así al clamor social por una reforma al servicio civil.

Para comprender la importancia de la tarea que tendrá el despacho viceministerial, se hace necesario ubicarnos en un contexto en el que la movilidad humana a nivel mundial incide en las políticas bilaterales y económicas que marcan el rumbo de muchos países. En el Triángulo Norte habrá fuerte influencia del Plan Alianza para la Prosperidad en el marco de un año electoral en Estados Unidos que posiciona la migración como tema central. No importa quién llegue a la presidencia, las acciones para contener la emigración irregular continuarán, y con ello aumentará la presión sobre Cancillería para que cuente con una visión clara de país para enfrentar esta coyuntura que determina el proyecto de una infinidad de familias guatemaltecas.

Después del surgimiento de los flujos masivos hacia EE. UU. en la década de los años ochenta, Guatemala no creó un ente especializado para atender el problema. Más bien cargó la responsabilidad sobre el ministerio, y este a su vez, al viceministerio, a quien le ha tocado la tarea de determinar la visión del país sobre el tema. A continuación, algunos de los retos del presente ciclo de gobierno:

Sin duda, el de mayor relevancia continúa siendo la dotación de documentos de identidad ciudadana para los millones de paisanos en el exterior, más ahora tras la aprobación del voto en el extranjero. Es importante señalar que a la fecha el DPI únicamente ha llegado a una ínfima cantidad de connacionales inmigrantes. Además, de esta tarea, será instrumental la participación en las mesas técnicas que organice el TSE para el efecto.

Adicionalmente, se suma la inestabilidad política en Estados Unidos que ha aumentado con la creciente candidatura de Trump y el afianzamiento de ideas racistas con las cuales conviven nuestros connacionales. Esto hace improrrogable tomar acciones para fortalecer la red consular, y en especial, para acercarla a los grupos más alejados que en muchos casos desconocen sus derechos, para lo que se hace necesario replantear las estrategias de comunicación hacia esa población.

Otro reto trascendental será la presencia de nuestro estado en la ruta migratoria, en especial en México, donde permanentemente transitan millares de connacionales en su travesía hacia el norte en medio de constantes violaciones a derechos humanos elementales.

A los retos en el exterior se suma la creciente cantidad de retornados como producto de las políticas de los países norteamericanos para contener la inmigración irregular. Esta situación tiene a varias oficinas de gobierno poniendo “el granito de arena”, cuando realmente se necesita que el ministerio ejerza la rectoría que tiene sobre la materia.

Por último se hace imposible evitar mencionar que tras la campaña del presidente Morales, está emergiendo una nueva situación política, producto del empoderamiento que sintieron algunos migrantes guatemaltecos que desean protagonizar ejerciendo liderazgo migrante. Esto hará necesario saber administrar la crítica y confrontación que estos liderazgos suelen ejercer sobre la función pública para ganar espacios.

Sin duda, la labor encomendada a la viceministra Diéguez es enorme, y en ella se pondrá a prueba la capacidad de trascender los esquemas de una cancillería tradicional para ponerlos al servicio de millones de guatemaltecos que hoy viven fuera de nuestras fronteras.

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