*Isabel Pinillos
ipinillos71@gmail.com

Hoy se cumple un año desde que me conecto semana a semana con ustedes para compartir sobre la vida desde la perspectiva de las migraciones. Tras una visita a la dirección de La Hora, representantes de Puente Norte y mi persona, tuvimos un intercambio muy humano y logramos exponer nuestra experiencia cercana con cientos de micro comunidades guatemaltecas en Estados Unidos, la cual ha forjado nuestras visiones sobre lo que pasa con nuestros paisanos afuera del país.

El espacio ha sido idóneo, pues La Hora se continúa posicionando como pionera en el país en temas de migración, por su interés plasmado en periodismo investigativo, editoriales, reportajes y notas noticiosas relevantes.

Desde que se me abrió este espacio, acepté con ilusión el compromiso. Cuando se trata de abrir espacios para la discusión de temas que no figuran mediáticamente, ha existido el reto de exponer cómo la coyuntura política y social va afectando a este grupo que se ha quedado en el olvido. Muchas veces las 600 palabras permitidas no han sido suficientes para abordar situaciones con tantas aristas. Además, cuando los sujetos del tema central, la población migrante, se encuentra ausente, el reto de opinar limita a quien tiene la información. La responsabilidad de este foro me ha obligado a investigar sobre las migraciones en el mundo, políticas migratorias, los casos paradigmáticos y las posiciones ideológicas a favor o en contra de los derechos humanos de los migrantes. He vivido el temido estrés al que todo escritor está expuesto, y he sentido la adrenalina de los agónicos minutos previos al cierre de edición. Debo decir también que he gozado de total libertad en la expresión de lo que pienso.

La crisis de los niños migrantes a mediados de 2014 fue un parteaguas para la política regional con nuestros vecinos del norte. De allí surgió la propuesta de la Alianza para la Prosperidad, que hoy se posiciona quizá, como la parte toral de un gobierno sin plan. Consecuentemente, EE. UU. ha obtenido un espacio diplomáticamente permitido para reforzar aspectos de nuestra institucionalidad que afectan su seguridad.

En mis esfuerzos por generar interés hacia los guatemaltecos que se encuentran en Estados Unidos, he tenido que recurrir a su importancia económica para el país, repitiendo una y otra vez la cantidad de divisas que ingresan a través de sus remesas, lo cual no debiera ser necesario para evaluar la parte humana de la ecuación.

Cuando se piensa en un “migrante” aparece el prototipo del hombre que vive en barrios latinos en Los Ángeles, Nueva York o Chicago y que envía la remesa semanal. Él es parte importante de esa comunidad migrante. Sin embargo, en Puente Norte hemos tenido oportunidad de conocer a miles de hombres, mujeres y niños, generalmente indígenas provenientes del Altiplano de Guatemala, quienes se han establecido allá en condados rurales, replicando sus propias comunidades. En estos rostros es que esta columna se ha centrado, cuyas voces están tan lejos, que no han sido escuchadas.

Así que en este año de estar con ustedes agradezco sus cartas, comentarios y críticas. Aprecio a quienes me leen semana a semana, tanto en Guatemala como en el extranjero, contribuyendo a mantener este foro activo, actualizado y honesto. Finalmente, doy gracias a los miles de guatemaltecos que a través de los años nos han confiado sus testimonios y que nos siguen dando la oportunidad de exponer sus realidades, sus temores y sus sueños.

*Puente Norte

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