Martín Banús
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A Julio Cortázar, el genial escritor argentino, se le considera uno de los más destacados maestros del realismo mágico y del relato corto… Entre sus cuentos plagados de fantasía, está Casa Tomada, relato que además de ser probablemente el más estudiado e interpretado, nos ha parecido particularmente similar a lo que de alguna manera sucede en Guatemala.

En dicha casa tomada, viven dos hermanos, Irene y quien narra, que es su hermano. Ambos se ven amenazados por un murmullo, ruidos y portazos, que van avanzando poco a poco dentro de su casa, lo que los obliga a retroceder y a ceder poco a poco distintos ambientes de la casona colonial, hasta que finalmente la abandonan… Cortázar expone, en aquellos hermanos, las mismas irresponsables e inconsecuentes actitudes de los guatemaltecos hacia nuestra situación política y social que nos está llevando a perder el país. Más que el misterioso poder o la entidad que va ocupando la casa y desalojando a sus legítimos ocupantes, Cortázar nos sugiere no tan sutilmente, que es la permisividad resignada y una inconsecuente actitud de los hermanos, la que hace posible que poco a poco vayan siendo desalojados de su propia casa…

Este cuento que más parece un relato, resulta ser un magnífico ejemplo de lo que es una “normalidad” permanente y fantásticamente alterada, tal y como sucede en nuestro país.

Vivimos en un permanente estado de calamidad no declarada, pero hemos caído en la conformidad, en una permanente zona de confort en la que la ley del menor esfuerzo es la que predomina en la mayoría de los connacionales, sin comprender que estamos perdiendo gradualmente al país, al punto que han tenido que venir de afuera para desmantelar las cadenas de corrupción y crimen, porque nosotros, tal y como sugiere Cortázar en Casa Tomada-, o no pudimos, o no quisimos o porque fuimos permisivos, indolentes y estúpidos… Nuestra actitud no está a la altura de las circunstancias, y la de los gobiernos y gobernantes, menos.

Somos de la opinión de que tenemos los meses contados antes de que, o el país termine de ser totalmente tomado por criminales de las más variadas denominaciones, o nos terminen de intervenir extranjeros en los otros dos poderes del Estado. Ya están supliendo lo que el mismo poder judicial no pudo ni siquiera denunciar… ¡Su incapacidad para justificar su presupuesto, sus sueldos y sus mordidas!
Los mecanismos del Estado son verdaderamente una burla a toda idea proveniente del espíritu constitucional. Es decir, los mecanismos previstos para prevenir y detener al crimen, no fue simplemente que fallaran, sino que se vendieron, cuales putas, al mejor postor, dando al traste con todo aquel andamiaje jurídico y dejando a todo hombre de leyes, en lo más franco entredicho, ya sea por lo que hicieron o por lo que dejaron de hacer y denunciar…

El organismo judicial, uno de los tres poderes del Estado, estaba y sigue estando tan podrido por dentro y por fuera, que fue necesaria, nada más y nada menos, que una Comisión Internacional Contra la Impunidad CICIG, propuesta, formada y auspiciada mayoritariamente por extranjeros, viniera para que no siguiéramos cayendo en abusos y corruptelas simplemente indescriptibles…

La pregunta que nos hacemos es, si se pudo crear ese mecanismo paralelo al poder judicial, ¿no se podrá acaso, hacer lo mismo con los otros dos poderes?

Ya sabemos que aquello de la soberanía nacional, el orgullo patrio y toda esa mierda que nos inculcaron, no fueron sino vanas y ridículas aspiraciones calcadas de otras latitudes que sirvieron para que nos vieran la cara de idiotas. No llegamos a estar a la altura necesaria para ello, no estábamos ni estamos preparados aun.

Los guatemaltecos nos hemos engañado entre sí y a sí mismos a lo largo de nuestra historia, negándonos a reconocer la responsabilidad de nuestros actos y la incoherencia de nuestras demandas como pueblo y como gobierno; o acaso, no nos hemos preguntado alguna vez, ¿cuántos de los que señalan al gobierno, sin importar si lo hacen con razón o no, están al día con el pago de sus impuestos?
Aunque no viene al caso, nos atrevemos a decir que quizás todo este desastre nacional es producto de una “independencia” fácil y truculenta, seguida de una serie de gobiernos dirigidos, no por extranjeros como ahora lo hace la CICIG en lo judicial, sino de guatemaltecos fundamentalmente orientados a hartarse de dinero, en lugar de cumplir con la exaltada misión de fomentar el desarrollo y el progreso en todos los órdenes y sociedades…

No vemos cómo el actual modelo económico y político, puedan darnos alguna esperanza para salir del tercermundismo… Por el contrario, vemos que mientras las cadenas de corrupción se pierden indefinidamente en el pasado político del país, los crímenes y la pobreza van en aumento, y de esa manera estamos perdiendo el país; los corruptos nos están desplazando… Ya hay áreas a las que no podemos llegar, áreas geográficas y áreas laborales, áreas cognoscitivas y áreas salubres… Nos están robando el país tal cual lo describe Cortázar en su obra, Casa Tomada…

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