Roberto Arias
¿Quién o quiénes realizaron la convocatoria que lanzó con energía y masivamente a la ciudadanía guatemalteca a las calles en abril de 2015, para exigir la renuncia de la exvicepresidenta Roxana Baldetti Elías y seguidamente la del expresidente Otto Pérez Molina? ¿Qué o quiénes fueron los que lograron que la Universidad de San Carlos fuera de la mano, fusionada con las universidades privadas, incluyendo a “La Marro”, a protestar de una manera que jamás se hubiera imaginado la población por causas elitistas y de exclusión que todos conocemos?
Esas preguntas se hacen muchísimas personas que estuvieron persistentemente en esos plantones, incluso bajo la lluvia, en el Parque Central de la Capital de Guatemala y en múltiples puntos del interior de la República. Ahora muchos se preguntan ¿Qué pasó? ¿Cómo fue? ¿Por qué fui? ¿Qué cambié?
Rótulos como “Pero qué aberración, la política perdió su función. #Justicia Ya.” y “Se ha podrido la memoria y hoy que estás aquí tendrás qué escuchar. #Basta Ya.”, portados por jóvenes estudiantes, amas de casa y personas de segmentos de clase media alta, media-media y media baja, se movían entre las muchedumbres protestantes en calles y plazas de toda la República.
Pero la pregunta perdura: ¿Cómo se logró una convocatoria tan amplia para lograr una persistente concentración ciudadana con tal fuerza y tenacidad? Realmente no existe una respuesta exacta. Aunque sabemos que el hastío de la población que sabía desde hace años que los políticos se dedicaban únicamente a esquilmar a la población, aunque no sabían exactamente cómo funcionaban los mecanismos de la explotación a granel que realizaban estos parásitos sociales, fue lo que decididamente sacó a los ciudadanos a las calles. ¿Pero quién y cómo se disparó el movimiento?
Una de las hipótesis que se manejan es que la Baldetti tuvo algún problema serio con la narcotraficante –no ‘narcotraficanta’- denominada “La Reina del Sur”, a quien metió a la cárcel y la extraditó hacia los EE. UU. Allí, la narcotraficante les fue a cantar a los gringos las canciones que ellos querían oír y eso precipitó la idea de que el dueto presidencial debía salir del poder.
Velozmente los gringos diseñaron la estrategia para sacarlos; pulsaron los botones de la CICIG y la Embajada; pusieron a los muchachitos fresa “Camisitas blancas” a usar las “Redes sociales” y lo demás es historia vivida y sabida.
Lo interesante es que medios de comunicación alineados iniciaron la campaña para que se realizaran las elecciones en tiempo exacto, sin dar oportunidad a la ciudadanía a un respiro para pensar que antes de las elecciones debían hacerse los cambios pertinentes en el Congreso a la Ley de Elecciones y de Partidos Políticos con la matriz proporcionada por el Tribunal Supremo Electoral.
Claro, esto no conviene a los gringos ni a los corruptos que manejan en Guatemala el Capital Salvaje. Así no podrían seguir manejando a los farsantes diputados conforme a sus intereses.
¡Para un cambio verdadero, debe acabarse con la burla de los farsantes sacándolos del Congreso!