Si nos atenemos a los pobrísimos resultados que ha ofrecido en las últimas décadas (en realidad casi medio siglo) el futbol nacional, tendríamos que tener clarísimo que hemos tenido una dirigencia deportiva inútil que no ha cumplido con sus responsabilidades porque mientras otros países con deportistas de similares condiciones a los nuestros avanzan posiciones en los escalafones mundiales, nosotros vamos como el cangrejo.

Sin embargo, cuando vemos que el Secretario de la Federación de Futbol pagó cuatro millones de dólares de fianza para evitar la cárcel y que ayer, en cuestión de minutos, el que fuera Presidente de la misma Federación obtuvo idéntico beneficio mediante el pago de 1.5 millones de dólares, tenemos que pensar que tenemos dirigentes que pueden competir con los jeques árabes por sus fortunas, con la diferencia de que mientras las de aquellos tienen origen en el petróleo, las de éstos parecen tener origen en la porquería.

Hay países donde los dirigentes deportivos son acaudalados hombres de empresa que disponen de tiempo libre para dedicarse a promover actividades en distintas disciplinas, lo cual no es garantía de que todo se haga de manera cristalina y transparente, pero no resulta tan burdo como cuando pelagatos que no tienen ninguna actividad productiva capaz de generarles esas fortunas, resultan de la noche a la mañana pudiendo cubrir fianzas exorbitantes.

El deporte en Guatemala ha recibido anualmente millonarias cantidades que pudieron servir para promover mejor salud y mejor educación para el pueblo, pero por mandato constitucional hay una asignación que permite a las distintas federaciones implementar planes de desarrollo. Algunas lo han hecho y de esa cuenta se ve que en competencias regionales Guatemala no está en el último lugar, lo cual descarta la idea de que es por nuestro material humano que en el futbol estamos en trapos de cucaracha. Una buena planificación, desde el trabajo en las ligas inferiores, hace el resultado y ofrece éxitos en el mediano y largo plazo.

Pero el futbol, que es el deporte que más dinero maneja por medio de su federación, incluyendo no sólo el aporte constitucional sino los de la FIFA (forma de comprar votos para los pícaros de allá) y los patrocinios, resulta siendo el peor de los deportes en el país precisamente porque quienes llegan a dirigirlo buscan nada más cómo sacarle raja al máximo, tanto como para disponer de “ahorros” que les permiten girar millones como si estuvieran comprando un agua gaseosa.

Es tiempo que el deporte sea realmente fiscalizado y que la Contraloría le ponga atención a esa fuente de corrupción.

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