Ya dijimos que Jimmy Morales no es el primero de nuestros Presidentes de la República que llega sin plan de gobierno porque aún aquellos que durante la campaña presentaron voluminosos libros conteniendo el supuesto “plan”, sabían que era apenas un recurso de campaña, pero que no había nada concreto ni mucho menos idea de cómo realizarlo. Pero dada la crisis política nacional y el estado de ánimo de la población, es importante que el actual Presidente haga el esfuerzo de definir al menos cuatro o cinco grandes líneas de acción en las que centre todo su esfuerzo, tomando en cuenta que él, a diferencia de sus antecesores, fue electo por una razón determinada, es decir, el combate a un sistema de corrupción e impunidad.

Tal vez el plan más efectivo que ha tenido algún Presidente en la historia de Guatemala haya sido el de Jacobo Arbenz que se centró en la construcción de la carretera al Atlántico para desmontar el monopolio de los ferrocarriles de la IRCA y la construcción del Puerto Santo Tomás de Castilla, la construcción de la hidroeléctrica Jurún Marinalá para atacar el monopolio de la Empresa Eléctrica de propiedad norteamericana, y la implementación de su reforma agraria que al final le paró costando el puesto por la oposición que planteó la United Fruit Company.

Como puede verse, centró sus esfuerzos en promover la verdadera independencia del país mediante alternativas al concentrado poder que tenían la Frutera, la IRCA y la Bond and Share. La United Fruit Company tenía tanto poder que sus abogados estaban al frente del Departamento de Estado y de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, lo que hizo sencillo salir de Arbenz.

Pero volviendo al punto del plan de gobierno, sabiendo que fue electo para desmontar un sistema de corrupción e impunidad, el Presidente Jimmy Morales puede articular acciones que se concentren en esa aspiración popular, creando una gran alianza con la población para enfrentar la tenaz resistencia de los poderes enquistados en el aparato estatal para apuntalar el modelo actual. Eso significa una alianza para reclamar al Congreso actitudes distintas, terreno en el que ahora se tiene que nadar contra la corriente porque la misma bancada oficial se plegó a las prácticas más cuestionadas de la vieja política.

Creemos que aún es tiempo de que el nuevo Gobierno logre centrarse en lo esencial. En vez de andarse enojando con alcaldes del interior que le reclaman acciones concretas, Morales puede hacer ahora un serio trabajo de gabinete para definir prioridades de acuerdo al mandato que recibió en las urnas.

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