Raúl González García
Periodista

Pete Ceglinski y Andrew Turton son dos surfistas australianos que buscan poner remedio a la basura de los océanos. Estos dos jóvenes han desarrollado Seabin, que se podría traducir como papelera del mar, un sistema de limpieza automatizado que ayuda a recolectar basura, petróleo y productos tóxicos, ya sea en puertos, clubs náuticos, canales o lagos según explican en su página web.

El Seabin se sitúa en la superficie marina y sondea la costa gracias a una bomba de agua colocada en el muelle. El agua entra en el cubo junto a todos los residuos flotantes, donde se separa el líquido de la basura. Posteriormente, el agua sube a la superficie gracias a la bomba y, en un último filtro, se separa el agua del aceite y el petróleo.

“El proceso es constante, opera 24 horas al día, siete días a la semana, 365 días al año”, explican Turton y Ceglinski. “Además, trabaja de la manera más sostenible y responsable posible, de manera que no deja rastro de contaminación alguno”.

Por el momento experimentan con el artefacto en puertos y clubs náuticos. Ha sido instalado y probado con resultados satisfactorios en El Real Club Náutico de Palma, España, donde viven los jóvenes. “Son el lugar perfecto para empezar a ayudar a limpiar nuestros océanos”, afirman los dos australianos. “No hay enormes espacios abiertos al mar y son una zona relativamente controlada”, explican.

El proyecto ha sido lanzado por medio de una plataforma de financiación popular en internet y ya ha conseguido recaudar cerca de 240 mil euros con la ayuda de unas 7 mil 500 personas que han contribuido.

El Seabin ronda los 3 mil 500 euros por unidad, pero aseguran que se debe a que serán los propios países que los vayan a utilizar quienes los fabriquen, ya que de esta manera ayudan a la economía local y se reducen los costes de los gastos de envío, que a su vez reducen el precio y la huella de carbón, según cuentan.

Intentarán sensibilizar con la limpieza de los mares, ya que es algo que tampoco debería depender de estos aparatos. Aunque nos sean de gran ayuda, se puede empezar a cambiar por uno mismo, con pequeños gestos que sumados a los de otros cuentan más de lo que creemos.

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