Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

En algunas situaciones de nuestra querida Guatemala las cosas parecen ocurrir en el reino de los ciegos en donde el tuerto es el rey, porque no tenemos dinero para atacar las grandes necesidades del país, para invertir en la gente y apostar a un desarrollo integral de nuestra población y nuestra economía, pero sí hay millones que se gastan sin control y sin fiscalización en focos de corrupción.

En los últimos dos años, el país ha asignado Q27 mil millones al Listado Geográfico de Obras (LGO) (la Caja Chica, pero bien grande de los diputados) y al menos Q2 mil 520 millones en el subsidio al transporte urbano de 2010 al 2015; el listado de obras que ejecutan los congresistas aún no está en el radar de las entidades fiscalizadoras o los entes de justicia y sobre el subsidio y el negocio del Transurbano ya hay algunas investigaciones, pero nada concreto aún, aunque falta investigar a más gente.

Para que usted se dé una idea respecto al listado de obras, los diputados no se hacen millonarios por los pagos que les hacen para aprobar leyes o por los negocios que hagan con las plazas, sino que se hacen de una fortuna especial como consecuencia que tienen millones para “llevar obras” a los distritos. No crea que los gatos mandan, pues los jefes usan a los gatos para armar todo y que luego les pasen su tajada.

Se lo pongo así, Torres y la UNE usaron el listado para su beneficio personal y político; Baldetti hizo lo mismo y cuando llegó a la Vicepresidencia ya era millonaria, mientras que Manuel Baldizón y Alejandro Sinibaldi pudieron hacer una millonaria campaña por años gracias a los negocios del listado geográfico. Por eso es que la Comisión de Finanzas del Congreso es la más apetecida y ahora está en manos de la UNE.

Pero cuando usted sale a los departamentos ¿se queda boquiabierto de las obras que mira? Por supuesto que no.

Y la razón es muy sencilla: los diputados no se ensucian las manos y de brutos no tienen un pelo, solo se encargan de que algunos alcaldes, gobernadores o miembros de los consejos de desarrollo “monten” una constructora para armar los negocios; a una obra que vale 10 le asignan lo que se les antoje y luego se reparten el pisto (le entra su buena tajada al diputado porque sin él ese dinero no llega); en ocasiones son tan descarados que no terminan o peor aún ni empiezan la obra, pero como no existe fiscalización ¡QUÉ VIVA LA PEPA!

Por eso es que en época de elecciones las diputaciones son tan apetecidas y por eso es que todos los congresistas, sin excepción alguna, prefieren hasta hablar de las plazas, pero jamás de la corrupción del listado porque esas obras sí que dejan sobra para todos.

Por eso no le debe extrañar que de eso ningún jefe de bloque, ningún diputado o secretario general de partido político diga nada porque ese es pisto fácil para todos y a las mismas autoridades, les cuesta o no quieren entrarle al problema porque esa es la mera macoya de corrupción y ahí si es tocar miles de millones de quetzales para los negocios de los nenes. Es como tocarle los huevos al león.

Lo mismo con el transporte, para eso si hay dinero y suficiente para un subsidio que se entrega sin pedir cuentas a cambio; es un dinero por medio del cual quienes lo manejan se vuelven amos y señores del negocio y proveedores hasta de Tu Muni como se evidenció ayer aquí en La Hora.

Si a eso agregamos que hasta el Ministro de Finanzas proveniente del sector privado explicó que somos el país del mundo que menos recauda con respecto al PIB, veremos porqué aquí vamos como el cangrejo.

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