Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Un lector me comentó que en el caso de los médicos que reciben comisiones pagadas por los laboratorios o modernos y sofisticados centros de diagnóstico se puede equiparar al de cualquier vendedor que recibe comisión por sus servicios y que no ve que haya realmente un acto de corrupción en el negocio. Cada quien tiene derecho a pensar como quiera, pero creo que no hay punto de comparación entre lo que devenga un vendedor que trabaja con base en comisiones y las que se pagan a médicos que envían sus pacientes a realizar costosos exámenes.

Conozco de algún caso médico en el que el doctor hace sentir a cada paciente que por ser alguien tan especial no le cobra la consulta o les cobra una cantidad casi simbólica, rito que repite una y otra vez con cada uno de los que atiborran su consultorio, lo cual hace que se le llene la clínica de gente agradecida por su fino trato. Pero ninguno de sus pacientes está al tanto de que el éxito económico del profesional de la medicina proviene del pago de comisiones que le hacen esos laboratorios y que, para ser posible, implica el encarecimiento de los servicios que paga el paciente.

La corrupción está, precisamente, en que para financiar esas comisiones se tiene que encarecer el servicio que se presta al paciente, quien ignora la práctica común que se ha extendido mediante la cual algunos médicos reciben mensualmente cheques que quintuplican lo que hacen en sus clínicas. Y me imagino que esas transas no quedan registradas de ninguna manera por lo que hay algo de lavado de dinero en todo el procedimiento anómalo.

Cuando uno compra un bien inmueble, por ejemplo, sabe que el vendedor recibirá una comisión que existe mundialmente en cifras muy parecidas en todos lados. Pero cuando uno sabe que un médico está ganando comisión por enviar a sus pacientes a hacerse exámenes, no puede estar absolutamente seguro de que los mismos hayan sido absolutamente necesarios o si simplemente responden a la voracidad del galeno o a la necesidad que tiene de pagar alguna factura o de enviar a alguno de sus hijos a estudiar al extranjero.

Por ello es que en muchos países del mundo se considera una grave falta a la ética médica el que los galenos reciban comisiones por estudios clínicos realizados a sus pacientes en laboratorios especializados o centros de diagnóstico. Es lo mismo que ha ido ocurriendo con los favores que les hacen las casas médicas, puesto que de alguna manera puede comprometer al médico para que recete tal o cual medicina aunque no sea la más indicada.

No creo que el Colegio Médico haga algo al respecto porque sería pelear contra la corriente, pero quizá algún día se pueda avanzar ya sea porque las aseguradoras se preocupen por establecer costos razonables para el tratamiento médico o porque por la vía fiscal se pueda establecer cómo es que fluye ese dinero de los laboratorios hacia el bolsillo de los profesionales.

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