Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Los diputados del oficialismo fueron vistos peor que chenca de puro por el resto de los diputados al Congreso de la República a la hora de integrar las famosas Comisiones de Trabajo que, por cierto, lo que menos hacen es justamente trabajar para emitir certeros dictámenes sobre los asuntos sometidos a su consideración. Miembros de la bancada del partido FCN que postuló al presidente Jimmy Morales expresaron que tenían la intención de dirigir la importante Comisión de Finanzas, que es fundamental para los temas presupuestarios, pero la trinca de los diputados de la UNE, los ex PP y de Todos, con el apoyo de los de otras bancadas minoritarias, dispuso marginarlos y no podrán dirigir ninguna de las comisiones del Organismo Legislativo.

Es uno de esos mensajes que pretenden llegar fuerte y claro para que en el Ejecutivo entiendan quién manda aquí y que si el gobierno quiere lograr que los diputados les aprueben algo, tendrán que aprender a negociar al estilo de lo que se hace en el Congreso de la República.

Morales dijo, desde que era Presidente electo, que él no se metería con el Congreso y que a él le correspondía dirigir el Ejecutivo. Cuando se le preguntó sobre si haría uso de su iniciativa de ley para impulsar reformas que pudieran comprometer al Congreso para establecer mecanismos de mayor transparencia, sus respuestas no fueron contundentes.

La verdad es que todo el proceso de la llamada crisis política del año pasado terminó sofocado por la proximidad de las elecciones cuando se le empezó a decir a la gente que todo se iba a resolver en las urnas porque el voto ciudadano contaba y era el camino para marginar a los políticos tradicionales. Dado el sistema de elección, ello era imposible porque los listados de candidatos a diputados no ofrecían alternativa a lo existente, pero mucha gente supuso que el meollo de los problemas del país estaba en la Presidencia de la República y centraron su enfoque en elegir a alguien que no tuviera pasado político, aunque tampoco hiciera gala de tener una visión de futuro.

Tenemos un Ejecutivo que está tratando de asentarse en medio de varios trompicones, pero un Congreso donde se afianzan los poderes más tradicionales de la vieja forma de hacer política y la mejor muestra la dieron esta semana con la marginación ostentosa del oficialismo al que no le tiraron pelota.

Siempre he dicho que el problema del sistema está en que el Congreso es el único que legalmente puede facilitar la reforma profunda del Estado, pero que es imposible que de ese organismo salga una legislación que ponga fin a los vicios porque sería como pedir la autoinmolación de los diputados que dependen de los vicios del sistema para continuar la feria.

El Presidente tiene que entender, creo yo, que no tendrá colaboración sino chantaje y que si no asume una postura que busque el respaldo de la población para arrinconar a los diputados, tarde o temprano él y los diputados terminarán siendo castigados por la indignación popular. El tiempo dirá cuál fue el efecto de este brutal mensaje que le enviaron del Congreso.

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