Fernando Mollinedo C.

En este inicio de año hago patente mi agradecimiento a dos guatemaltecos ilustres, personajes que dejaron huella en la mente, corazón y sentimientos de quienes tuvieron la buena suerte, al igual que yo, de tratarlos, ser amigos y disfrutar momentos amargos y felices en esta Guatemala de todos los dolores.

Me refiero al licenciado ALFONSO ORDÓÑEZ FÉTZER, abogado y notario colegiado número 153, quien con una brillante carrera en el foro guatemalteco, se ganó el respeto de muchísimos jurisconsultos nacionales y extranjeros; dirigente estudiantil universitario en la época de política dura en el régimen ubiquista, exitoso litigante, intelectual culto y con don de gentes, valores que le hicieron merecedor a varias distinciones universitarias y entidades altruistas e intelectuales.

Maestro de maestros durante su largo ejercicio profesional, cuyo ejemplo nos formó en pos de la justicia; asiduo lector y gramático de idiomas nacionales y extranjeros (mandarín, kek’chi y francés entre otros). Este año, arribará a sus 99 años, con suma lucidez en sus actos y de la vida cotidiana.

Le patentizo mi enorme, amplio y total agradecimiento por el cobijo jurídico que me brindó en su bufete profesional desde hace 36 años que han pasado “volando” y como buen maestro aún nos ilustra a quienes lo consultamos como una fuente inagotable de cultura jurídica y experiencia de vida. Sea este un homenaje de agradecimiento por su compañerismo y sobre todo por su amistad. Mil millones de gracias se quedan cortas.

A Don ÓSCAR MARROQUÍN ROJAS, (q.e.p.d.) personaje periodístico con visión política de Nostradamus, luchador incansable por mantener la libertad de expresión, formador de generaciones de periodistas, impulsor y creador de empresas para la expresión periodística; diputado, gerente bancario, funcionario público, honesto, viajero y riguroso trabajador.

Recuerdo con nostalgia aquellos momentos en que departiendo en compañía de “Juanito Caminante” con su sencillez característica, conversaba de la Historia de Guatemala, la verdadera, la que no cuentan los vencidos ni los culebras, porque no han tenido el valor para escribirla; esa historia de la vida, actos, intereses, falsas apreciaciones y deleznables “encumbramientos” de la mayoría de personajes políticos que en diferentes épocas ocuparon y/o usurparon el poder, disponiendo de los bienes del Estado cual si hubieran sido de su propiedad o se sometieron a las exigencias e intereses comerciales y militares de las potencias mundiales.

Don Óscar, conocedor del territorio nacional supo que en realidad, la “Guatemala Profunda” estaba abandonada desde cientos de años atrás; de allí su conciencia para instruirnos en la labor periodística honesta; a él, también le expreso en forma etérea mil millones de gracias y también me quedo corto, por haberme permitido hace 28 años ejercer mi derecho de libre expresión en LA HORA, donde se escribe la verdad, porque desde su fundación es y seguirá siendo: “Tribuna, No Mostrador”.

Estas sencillas letras, van llenas de agradecimiento real y etéreo para estos personajes que me ayudaron a comprender, analizar y entender la realidad guatemalteca.

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