Eduardo Blandón

Ya no hay tiempo para discutir con el actual Presidente y reprocharle su mal gobierno o desgobierno. No pasaría de ser una expresión de nuestra ofendida sensibilidad sin ningún propósito más que el desahogo. En la práctica, inútil. A no ser, de manera plausible, que sea únicamente para documentar el maltrecho paso del senecto Alejandro Maldonado Aguirre.

Quizá convenga por ahora atender al gobierno próximo de Jimmy Morales. Considerar los desafíos que se le presentan y, en el mejor de los augurios, desearle suerte. Porque el arroz con Maldonado está cocinado y el relevo, el próximo catorce de enero, está a la vuelta de la esquina. Por consiguiente, vamos a lo que viene.

Entre los retos inmediatos de Jimmy Morales está la conformación de un equipo de gobierno honesto que le ayude a gobernar. No es tarea fácil. A partir de su toma de posesión, estará bajo examen constante y, ni la población ni los vagos analistas de prensa (como les llamó el anciano Maldonado), le perdonarán deslices. Menos aún si se trata de despilfarro o saqueo de las finanzas públicas.

Morales tiene que manejar bien los indicadores de honestidad porque ese es su capital político. Quienes votaron por él, lo hicieron porque confiaron en su palabra, en su propaganda política que lo presentaba como un hombre sin mancha, inmaculado y honrado, incapaz de tomar un centavo que no fuera suyo. Por consiguiente, debe estar atento a mostrar transparencia desde todos los ángulos observables.

Habrá cierta indulgencia, claro. Tendrá alguna luna de miel con la población, pequeña. Cierta tolerancia hacia sus iniciales meteduras de pata dada su novatada de líder político. Pero debe saber que la rivalidad política es encarnizada, lucha sin cuartel, batalla a campo abierto, incruenta. Por lo que debe estar atento y desarrollar un olfato perruno para saber por dónde lo llevan sus asesores, los patrocinadores de campaña y las seducciones del gran capital.

Jimmy Morales debe saber que no puede ser ingenuo. En términos que él entiende, va como cordero en medio de lobos. Si parpadea, pierde. Tiene que crear condiciones favorables para que la población supere su estado actual, procurar seguridad, alimento, vivienda, salud y educación. Para ello, tomar distancia del gran capital es beneficioso. O más bien, solo aproximarse para concertar pactos que hagan bien a la gente. Negociar, pero no ceder en temas de bienestar de sus ciudadanos. Es una ingente tarea la que le espera.

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