Adolfo Mazariegos

Había pensado iniciar el nuevo año aprovechando estas líneas para hacer algún comentario que sirviera de recuento, o de reflexión en torno a todo lo que ha tenido que atravesar el país y de todo aquello que seguramente tendrá que afrontar durante los trescientos sesenta y cinco días que recién han visto la luz. De más está decirlo, el 2016 será un año complicado en muchos sentidos, no sólo para el gobierno al que, tal como se avizoran las cosas, le esperan momentos críticos en muy poco tiempo, sino para toda la población en su conjunto que sin lugar a dudas tendrá que sufrir los embates de todo lo que suceda. Sin embargo, después de pensármelo un momento y hacer mi propia reflexión en torno a lo que está por venir, he decidido inaugurar la segunda época de Utópolis, que comienza hoy, con un mensaje de optimismo, de confianza en todo aquello que somos capaces de lograr, y de la necesaria toma de conciencia en función de las realizaciones positivas que son pilares fundamentales en el sostenimiento y desarrollo de todo país: los pequeños ladrillos construyen grandes edificios. Esa premisa me permite referirme a una idea que hace algún tiempo me compartió un joven profesional a quien tengo en muy alta estima, y a quien puedo decir que me honro en contar como amigo. Su nombre es Edwin, es de Izabal. Un visionario muy capaz y preparado académicamente que sueña (según sus propias palabras) con un mejor país para todos los guatemaltecos. Un día me comentó acerca del sueño que tenía de aportar algo que trascendiera en su municipio. Motivado por esa inquietud decidió fundar un instituto público que brindara educación básica de calidad a los habitantes del lugar, y que además, contribuyera a formar ciudadanía en sus jóvenes estudiantes. Hace poco, pasado algún tiempo y durante una charla que sostuve con él mientras disfrutábamos una taza de café en el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala, me contó los avances de su proyecto y de cómo ha logrado echarlo a andar. Hoy día, el instituto, que ha sido puesto en marcha con ciertas limitaciones y pasando por una y mil peripecias para poder existir, cuenta ya con un pequeño grupo de estudiantes que, no sólo han creído en el proyecto, sino que se están viendo beneficiados con una buena educación secundaria aún con todo y las limitaciones y problemáticas que han tenido que afrontar. Por eso he querido iniciar el año de esta manera, comentando brevemente una historia de lucha y superación, reconociendo el tesón y esfuerzo de un guatemalteco que tiene mucho que dar a su país, y que se convierte en un claro ejemplo de que las cosas pueden lograrse, de que el país puede superarse y salir adelante, de que todos podemos poner un pequeño ladrillo para construir este hermoso edificio llamado Guatemala, ¡Bienvenido 2016!

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