Estamos a pocas horas de pasar la última hoja del calendario del año 2015 en el que hay marcas abundantes de fechas que serán destacadas en la historia del país, empezando en el mes de abril cuando el Comisionado Iván Velásquez presentó el caso conocido como La Línea, con sindicación específica en contra del Secretario Privado de la Vicepresidencia de la República y varios de los operadores de la señora Baldetti, así como altos ejecutivos de la SAT. Tras eso vino una auténtica bola de nieve que fue creciendo hasta engullir a la misma Baldetti y, posteriormente, al entonces Presidente de la República, general Otto Pérez Molina.

La corrupción nunca había estado en el radar de nadie en Guatemala y los funcionarios que se apropiaron de recursos del Estado lo pudieron hacer sin despeinarse, sin que nadie pusiera atención ni mucho menos se investigaran los hechos. La CICIG vino a cambiar eso y el Ministerio Público se sumó a una lucha interesante que despertó a la ciudadanía y movió al aparato de justicia, con todo y que se mantienen inconcebibles privilegios para quienes, al robar al erario, le robaron a la gente más pobre no sólo oportunidades para mejorar su nivel de vida, sino en muchos casos, como con los robos en salud, le hurtaron hasta la vida misma a la gente.

Pero si son todos los que están, no están aún todos los que son y eso es absolutamente cierto porque andan aún presumiendo de sus millones muchos ladrones de este y de pasados gobiernos que hicieron micos y pericos con el erario sin que nadie les haya puesto atención.

Como para que no consideremos trascendente este año en el que se destapó la olla, en el que se materializó con pruebas todo lo que ya sabíamos respecto al descaro de los funcionarios para adueñarse del dinero público.

Y a las doce de la noche tendremos enfrente un nuevo calendario, una nueva hoja que tiene ya marcado el 14 de enero como punto de partida para lo que tiene que ser la materialización del sueño de cambiar al país rompiendo las estructuras profundas de la impunidad y de la corrupción.

Cerramos un importante capítulo con algunos logros, pero nos falta ahora el más importante de la historia patria, cuando se nos obliga a crear un modelo distinto en la gestión pública, donde prevalezca el control y la fiscalización y se acabe el derroche que ha servido de justificación para resistirse al pago de impuestos. Ojalá el calendario del 2016 no quede arrugado e inútil en los anaqueles de la historia.

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