El “aumento” al salario mínimo de los guatemaltecos dispuesto por el gobierno del Presidente Alejandro Maldonado Aguirre constituye una migaja para los trabajadores que viven con el mínimo legal, pues si bien es cierto que porcentualmente el incremento es ligeramente superior al índice de inflación, no podemos olvidar que el gran factor para reducir la inflación en el país fue la baja en el precio de los combustibles que, sin embargo, no se reflejó en los precios del transporte de pasajeros y son precisamente quienes ganan el mínimo los que más utilizan el transporte colectivo.

En una ideal economía de mercado, la baja de un factor tan importante como el de los combustibles se tenía que haber reflejado en reducción de los precios del transporte, tanto de mercancías como de personas, pero nuestros transportistas son como las grandes líneas aéreas hegemónicas que se niegan a trasladar al usuario esa rebaja de costos y lo que hacen es incrementar sus ganancias.

Ahora volvemos a leer el peregrino argumento de que se han de producir despidos masivos porque Maldonado subió el salario mínimo; es una aberración creer que ese mísero aumento pueda provocar esa oleada de despidos y recortes de personal, sobre todo cuando en muchas empresas la mayoría de empleados ya devengan salarios superiores al mínimo legal.

Ocurre, sin embargo, que el aumento es insuficiente para satisfacer a la clase trabajadora pero demasiado para el gusto de muchos empleadores que no quieren que el Estado se meta a regular nada en el mercado laboral y por ello las decisiones que se toman con el salario mínimo siempre terminan siendo impopulares con unos y otros porque, ajenas a cualquier posibilidad de consenso, producen migajas para unos que son vistas como fortunas por los empleadores.

Volviendo al tema del índice de inflación, tenemos que insistir en que hay un factor muy poderoso para marcar la baja de ese indicador económico y que el impacto que ha tenido el tema de los derivados del petróleo es inmenso desde el punto de vista macro y ha beneficiado a todos, menos a los usuarios del transporte que siguen pagando lo mismo por un servicio de mala calidad y que no se benefician en absoluto por esa inflación menor, medida en términos globales, pero sin detallar cuánto afecta o beneficia a los distintos estratos sociales.

Razón tuvo el Presidente Maldonado de no querer decir a la prensa cuánto era el aumento al salario mínimo, puesto que cualquiera tendría que tener vergüenza de anunciar algo tan pichicato.

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