Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Cuando veo o escucho a un exfuncionario o a quien actualmente ocupa un cargo público opinando acerca de lo que debieran hacer los que el catorce de enero 2016 a las catorce van a sustituirlos, rápidamente cambio la página o la sintonía del medio de comunicación de que se trate. Es que resulta insoportable escuchar, por ejemplo, al Ministro de Finanzas decir el porqué la SAT no cumplió sus metas de recaudación o excusas como la de culpar a los encartados en la “línea” de ser los causantes de que la brecha finalmente haya terminado siendo de más de Q5 mil millones, cuando es sabido por todos que el contrabando ha sido y sigue siendo la fuente de ingresos para un sinnúmero de personas que en un dos por tres saltan del petate a la negra camionetona de tres filas.

Para empezar, este año no fue el primero en que se incumplieron las metas de recaudación; los superintendentes de la SAT y los ministros y viceministros de Finanzas han desfilado prometiendo subir la recaudación hasta el máximo y hubo quien les hizo ver los desproporcionados que eran los objetivos fijados y por ello menearon cielos y tierra para mandarlo con su música a otra parte. No, aumentar la recaudación tributaria no es un moco de pava, mientras la infraestructura siga siendo la misma; mientras la burocracia siga igual que desde don Gabino Gaínza; mientras los puestos de la administración pública se otorguen por nepotismo, compromisos adquiridos durante la campaña electoral, amiguismo o complacencia a determinado partido político.

Sabiendo lo anterior, a la gran mayoría nos disgusta la idea de imponer más cargas tributarias a la población por dos razones básicas: 1. Su efecto dominó es invariable. Si al de arriba se le merman sus ingresos netos, los que consumen o utilizan sus productos o servicios terminan pagando más por los mismos y 2. Mientras no se racionalicen los gastos, se acabe el derroche, viajes, viáticos y gastos innecesarios seguirá siendo causa de la mala utilización de los recursos y por ende causa fundamental de la corrupción. Por ello, el mejor consejo para el próximo presidente es que hasta no haber subsanado lo indicado en el segundo punto no puede, ni por asomo, aumentar impuestos pues lo único que provocará es el rechazo masivo de la población.

El contrabando merece una atención especial, porque la actual evasión estimada representa conservadoramente 7 mil millones de quetzales anuales y porque no solo requiere controles mucho más grandes y complicados que los de los impuestos del IVA o ISR, aunque estos sean los dos principales generadores de ingresos para el Estado.

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