Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Seguramente al amable lector le habrá tocado, fuera en su hogar o en el trabajo, destapar un orificio, conducto o canal útil para drenar agua llovida, potable o servida, por lo que estará de acuerdo conmigo que además de ser una desagradable tarea, es algo que nunca deja de impresionarnos por la cantidad de suciedad y objetos que uno pueda encontrar. Pues algo así, nos ha venido ocurriendo a los guatemaltecos desde que Pérez Molina y la señora Baldetti fueran a parar a la cárcel por sus actos de corrupción y eso, que todavía no han sido acusados por incumplimiento de deberes.

Lo ocurrido el pasado domingo en la mal llamada “granja de rehabilitación” Canadá, Escuintla, con capacidad para 600 presidiarios, pero que hasta el momento ocupaban 3 mil 88 hombres ¿qué otra cosa distinta a desastres podían ocurrir? Con pena he leído y escuchado a algunos autonombrados analistas que se han atrevido a opinar que la causa del zafarrancho fue porque recientemente se nombraron directores a quienes se venían desempeñando como policías de presidios, buscando economizarse los sueldos asignados presupuestariamente, cuando en varios reportajes del Diario La Hora quedó evidenciado que el cúmulo de males que adolecen los mismos vienen desde mucho tiempo atrás por la pésima administración y corrupción imperante por la negligencia de los encargados del despacho de Gobernación hasta el último de los guardianes de las torres de control.

De ahí que la población sepa de sobra que en los centros de recuperación o de rehabilitación de delincuentes, lo que menos se hace es llevar a la práctica tal labor, como que cada presidiario que entra es forzado o chantajeado a pagar considerables sumas de dinero, si es que quiere subsistir mientras dura su condena. ¿Alguien podrá poner en duda entonces que un centro penal en donde se vende, alquila o presta hasta la fría plancha de cemento que utiliza para dormir, pueda ser un sitio con la suficiente capacidad regenerativa o propicia para que cualquiera pueda reorientar los malos pasos que lo llevó al mismo?

No hay otra opción ni alternativa. Solo aplicando la llamada reingeniería, palabra que sintetiza el “empezar de nuevo”, abandonando la totalidad de malos procedimientos tradicionales en nuestro país y en especial en estos centros, podrá cambiar su actual status quo. ¿Y sabe usted amable lector qué es lo peor? Que en iguales o peores condiciones se encuentran las aduanas, las policías, los hospitales, centros de salud y tantas más dependencias públicas que apestan con solo pararse al frente de sus instalaciones. Ese es el panorama a resolver que enfrentará don Jimmy en los próximos cuatro años.

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