Javier Monterroso

Por supuesto que nadie esperaba que el gobierno de Alejandro Maldonado Aguirre fuera a dejar una huella imborrable en el país en los solo cuatro meses reales que tenía; la mayoría de analistas sabía que era un gobierno de transición que solo iba a llevar las cosas en calma hasta que el nuevo gobierno asumiera el 14 de enero. Sin embargo, había algunos optimistas que creían que durante la transición podían impulsarse cambios y reformas estructurales tales como la reforma al sistema electoral y de partidos políticos.

Creo que aún los más escépticos nos quedamos cortos en cuanto a la intrascendencia que tendría para la historia de Guatemala el gobierno de Maldonado Aguirre, un Presidente que será recordado únicamente por haberse fracturado la pierna a los pocos días de haber asumido la Presidencia, y como una oportunidad desperdiciada para hacer cambios profundos en un sistema colapsado.

Maldonado asumió la Vicepresidencia en mayo de 2015 y la Presidencia en septiembre de este mismo año; se supone que después de casi 30 años de ser magistrado de la Corte de Constitucionalidad, y más de 50 años de estar activo en la política nacional el señor Maldonado debería haber tenido claro al menos un par de reformas estratégicas para impulsar una vez que lograra el sueño de toda su vida, o al menos presentar al Congreso un par de iniciativas de ley o iniciar el proceso de depuración de las instituciones del Estado.

Pero el señor desapareció, le quedó grande el cargo, su efímero gobierno será recordado únicamente por la tragedia del Cambray y la crisis de los hospitales nacionales. En relación a esta última claro que el problema de desabastecimiento de medicinas y salarios pendientes en los hospitales públicos no se le puede achacar a Maldonado, pero uno esperaría que los organismos de inteligencia estratégica del Estado debieron anunciarle al Presidente que la crisis hospitalaria estallaría días antes del cierre de la Consulta Externa y que al instante este ordenaría a Finanzas las transferencias presupuestarias necesarias, sin embargo, la crisis estalló en sus manos y hasta la fecha no ha podido gestionarla adecuadamente.

Maldonado ni siquiera tuvo el tino en los nombramientos de ministros, tal vez el más desafortunado fue el del Ministro de Economía el tristemente célebre expresidente del Congreso Jorge Méndez Herbruger, quien desde que llegó al despacho comenzó su cabildeo en el Congreso para lograr aprobar la extensión de privilegios fiscales conocida como la “ley de maquilas” y que, además, subió los aranceles para la importación del pollo, en una descarada maniobra a favor de los productores nacionales y en contra de los consumidores principalmente los de escasos recursos. En conclusión Maldonado Aguirre luchó toda su vida para llegar a ser Presidente y cuando la fortuna finalmente le cumplió su sueño lo encontró durmiendo.

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