Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El enérgico rechazo a la iniciativa planteada por el comisionado Velásquez sobre un impuesto temporal para financiar el fortalecimiento de la justicia que nos permita realmente poner fin a la impunidad como sistema se basa sobre todo en dos argumentos ya conocidos. Uno es que siendo el Estado tan corrupto no vale la pena poner más dinero porque aquí todo se lo roban y el otro es que si ya estamos limpiando el país hay que usar el dinero que se libera de la corrupción para financiar al sector justicia y, brillante lógica, no hay necesidad de impuestos, como seguramente la habrá porque ya he dicho que a Velásquez ahora se le considera mal hablado por haber dicho la mala palabra “impuestos” que ofende más que cualquier otra palabra soez a nuestra pulcra sociedad.

El primer argumento, de que todo se lo roban, se derrumba con ver cómo la CICIG y el Ministerio Público han avanzado contra grupos y estructuras criminales de todo nivel. Si resultados hacen falta para demostrar que no todo se lo roban y que hay instituciones que sí quieren devolverle al país sus aportes medidos en compromiso y trabajo con voluntad para que las cosas cambien, nada mejor que esos golpes certeros que tanto cambiaron el panorama del país.

Lo cual nos lleva al segundo argumento, y es que el mismo Comisionado ha advertido que las capturas y el desmantelamiento de las mafias que hasta ahora guardan prisión no es sino la punta del iceberg de la corrupción. Tan es así que hasta la defraudación aduanera sigue funcionando de manera normal, sin que aumenten los ingresos fiscales porque sigue habiendo usuarios de “la Línea” y, como pasó con Moreno, se quietaron unos cabecillas y los espacios han sido utilizados por otros para continuar con el negocio.

Por ello es que es tan importante apretar ahora, con el apoyo ciudadano, para seguir desmantelando a los grupos criminales y unir esfuerzos con el Ministerio Público y la CICIG para seguir con el combate a la corrupción. Si por la corrupción se pierden entre quince mil millones y veinte mil millones al año, falta muchísimo por hacer para poner fin a la fiesta de los corruptos y eso no se logrará sin recursos que tienen que salir de algún lado.

Decir, entonces, que el dinero para la corrupción tiene que salir de lo que se dejen de robar, es hablar de un futuro cada vez más lejano porque sin dinero no habrá lucha contra la corrupción y la impunidad. Y afirmar que no hay que pagar porque todo se lo roban es una simple excusa cuando no hay compromiso de promover otro tipo de cambios. Porque lo importante aquí es que asumamos compromisos y como dijo Pedro Pablo Marroquín en el programa de Acción Positiva, que entendamos que el cambio no llegará por generación espontánea sino que lo debemos forzar, lo debemos trabajar con compromisos diarios que implicarán, sin duda, algunos sacrificios, entre ellos puede ser el que tengamos que apoyar financieramente a quienes están luchando contra el monstruo de la impunidad.

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