Alfonso Mata

Un nuevo gobierno, una gran duda: ¿Logrará la identidad nacional? ¿Cómo se puede gobernar una nación sin identidad nacional? Primero tengo que demostrar que no existe y aunque ha sido objeto de debate académico, nunca lo ha sido desde el político en detalle con todos y con la franqueza necesaria. Cómo nos miran los otros, como los miramos nosotros, en qué coincidimos y en qué no.

El nacionalismo reciente, centrado en la lucha contra la corrupción, con su insistencia patriótica en desenmascarar a los malos políticos, se habría producido por reacción, afectado profundamente la idea de nación y política. Pero eso no es ni construye identidad.

La identidad tiene raíces más profundas y está fuertemente ligada a dos hechos: Ciudadanía y trabajo y acá nos encontramos con un primer obstáculo: la labilidad de esos dos quehaceres con sus derechos en muchos habitantes del país.
1. No se puede hablar de oportunidad e igualdad ciudadana, como lo manda la constitución, cuando los habitantes de la nación, no tienen garantizados sus mínimos vitales como: educación, salud, la vivienda, el trabajo. Actualmente funciona una actitud ciudadana de «sálvese quien pueda» especialmente en nuestra nación, que cada día camina más hacia la mercantilización social, dejando a muchos rezagados. Por tanto, no podemos negar la existencia de grupos de población, sometidos a presiones y experiencias que los conducen a vivir una existencia presente frágil y futura impredecible. Dónde está el proyecto de nación para resolver esto. El patriotismo y el sentido de unidad nacional por momentos, no son un recurso cívico político suficiente, para activar una democracia con identidad.

2. Ciudadanía sin trabajo digno y decoroso es otro elemento que restringe identidad. El mercado laboral guatemalteco es de lo más disímil. El punto de mayor interés en esto no sólo es dogmático e ideológico (no entraré en consideraciones de esto) sino también por lo que genera: Gobiernos de bienestar y regímenes de negociación disímiles. Una seguridad familiar muy frágil. Políticas de precio del trabajo y de empleo, que llevan a procesos de reducción de beneficios. Y políticas de bienestar incompletas e ineficientes. Las consecuencias de todo ello se reflejan en dos hechos: debilitamiento del poder del trabajo y la adopción de numerosas formas de trabajo con leyes normas, principios y valores cargadas de injusticias e insatisfacciones. Eso lleva a una inseguridad social laboral (precio de la mano de obra, flexibilidad de número de trabajadores, constantes cambios en juego laboral, inseguridad de mercados, desprotección a la salud y la educación).

Por tanto, el problema existe. ¿Guatemala es una nación? ¿El sentimiento de pertenencia a Guatemala es más fuerte, que el sentimiento de pertenencia a nivel local grupal? Creo que la respuesta es más que evidente ¡NO! Los efectos de los puntos 1 y 2, se dejan sentir en toda la sociedad y generan acomodos diferentes de acuerdo a como afecta eso de distinta manera a los grupos y entonces, se pierde la identidad de nación por la de grupo.

Análisis, polémica y proposición es lo que se necesita para llegar a una verdadera sociedad de mercado, es ahí donde se encuentra y se consolida la identidad nacional y no en una economía de mercado. No en usar al hombre en beneficio de otro hombre, como en nuestra historia ha sucedido ¿Qué hará el nuevo gobierno ante esto? -me pregunto. ¿Cuáles serán sus protecciones y garantías de estos dos elementos de la identidad: ciudadanía y trabajo? Sin claridad en esto, tendremos políticos haciendo lo mismo.

Una política de Estado centrada en el desarrollo ciudadano y laboral, jamás se ha hecho o se ha intentado hacer con la participación de todos y ahora, si no se desarrolla e implementa, la fragmentación social continuará, la precarización del trabajo engendrará más violencia y precariedad. Ya no basta un sentimiento nacional cultural, es necesaria la mejora financiera y laboral. La escuela, la búsqueda de la salud, el conflicto armado y la firma de la paz, los principales procesos de migración interna, los medios de comunicación, el advenimiento de la sociedad de consumo ayudó a unificar más la población pero no logró la identidad aún. El bienestar, entendido como la posibilidad de asegurar el pleno disfrute de los derechos sociales y por lo tanto la posibilidad de otorgar plena garantía como ciudadanos iguales, y no de series A, B o C debe ser la doctrina que rija al gobierno. Sin eso, no hay patria y se pierde la esperanza.

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