Por Jorge Ovalle Menéndez
Calor, sofocante calor; silencio, preocupante silencio. Los centros de votación con poquísimos electores. «Está tranquilo», dicen los responsables de los mismos, pero no se refieren a que no hay problemas, si no a que, desde temprano, los votantes no llegan. En la televisión, me dicen, no hay imágenes del electorado, sino que de los comerciantes que en estas ocasiones, como en las procesiones y los desfiles o cualquier fiesta popular, instalan sus comercios en los alrededores en donde se realiza algún evento. No hay mucho que cubrir, no hay mucho que informar, y la apatía de la población es grande. Veremos si en la tarde mejora la situación, veremos si el abstencionismo no es grande, veremos cuál es su porcentaje.
Luego de almorzar, por la tarde, en los centros electorales sigue habiendo ausencia de votantes. He visitado varios, este es el séptimo. Las poquísimas personas que entran o salen asemejan fantasmas que deambulan en esta escuela que ahora se ha convertido en un centro de votaciones. Las personas lucen cansadas, agotadas quizá por el agobiante calor o por la caminata… o por el desánimo que provocan unas elecciones que pocos querían, que no auguran nada bueno para el país y sus habitantes. Léase nada bueno, porque existe una sensación de incertidumbre tremenda, desgastante. La gente no confía, la corrupción y su judicialización se han convertido en denominador común de la vida de los guatemaltecos, lo que no nos permite vivir en paz, en armonía, disfrutar de “la democracia” y lo que ella significa, que para los habitantes de este país no significa mucho o no significa nada. Una música estridente suena en una casa cercana a este lugar de votaciones, pero no es de fiesta, es de un culto religioso, como estilan ahora con batería y todo, estridente como digo; mientras tanto pregunto la hora y me dicen que son las cuatro menos diez, me despido de la persona que conversa conmigo, tomo mis cosas y me voy porque tengo una reunión con otros compañeros periodistas para evaluar cómo marchan estos comicios y ha llegado ese momento, previo al cierre de los centros de votación. Continúa el preocupante silencio en las urnas, el día se ha refrescado por la tarde, hasta cae una suave lluvia. (…)
Terminé exhausto este día, cuando llegué a casa me dormí por el cansancio de la larga jornada y al despertar, parafraseando a Tito Monterroso, puedo decir que el dinosaurio ya estaba allí. ¡Pobrecita mi Patria, pobrecito pueblo de Guatemala, vamos de error en error! (Guatemala, 25 de octubre de 2015, día de la segunda vuelta).