Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

El guatemalteco desea transitar por un camino distinto y le dijo no a la vieja política. ¿Cuál es ese camino exactamente? Está por verse.

El reto que se le presenta a Morales no es poca cosa y él tiene consigo las llaves para promover importantes reformas o para ser la tapa para que nada cambie en este país. El Presidente Electo tendrá una bancada muy reducida y por ello es que debe apelar a la gente para lograr los cambios y debería ser él quien lidere a la sociedad para presionar a un Congreso que está y seguirá dominado por los mismos de siempre.

La vieja política o los eternos grupos de poder harán su mejor esfuerzo por cooptarlo, armarle cuadros para «ayudarlo» a gobernar y tratar de neutralizarlo, pero dependerá de Morales si está dispuesto a jugarse el todo por el todo y mandar por un tubo a aquellos que no desean cambios, incluidos sus financistas.

La oportunidad de Morales es única porque nunca antes en la historia el pueblo ha tenido tanta conciencia ciudadana y eso se puede traducir en que será un dolor de cabeza si el Presidente Electo no atina con atender el clamor popular o puede ser un anda que lo lleve en hombros si responde al clamor de que en Guatemala se requiere un nuevo sistema.

El domingo dijo Morales que si bien ahora es parte del sistema, él también es parte de los que están inconformes con el mismo, pero está por verse qué significa y en qué se traduce esa inconformidad.

Su primera batalla será el presupuesto y veremos si tiene el colmillo político, pero más importante, veremos si está dispuesto a denunciarle al electorado el chantaje al que lo querrán someter los diputados que pretenderán su listado de obras para feriarlo a manos llenas.

Si Jimmy Morales es astuto luchará desde ya para que se reforme el sistema electoral y de partidos políticos (y no con las reformas que ahora están en el Congreso), especialmente en el tema del financiamiento privado y sentando las bases para que los partidos sean vehículos por medio de los cuales el ciudadano pueda incidir de forma transparente en la política y dejen de ser vehículos mercantiles que le generan réditos especiales a sus dueños o caciques.

Si el nuevo Presidente quiere cambios, debería luchar por erradicar los fideicomisos y por cambiar la matriz de compras y contrataciones del Estado (en especial en el tema de medicinas), abogando además por las reformas que se necesitan para hacer a la Contraloría de Cuentas una verdadera herramienta de fiscalización.

Morales deberá luchar por que se modifique la forma en la que se eligen a los jueces y magistrados porque esa manera de elección mina la independencia que deben tener los juzgadores.

Si Morales quiere cambios, debería erradicar los perversos pactos colectivos y presionar por la modificaciones a la ley de servicio civil con el afán que el Estado deje de ser el reducto con el que se pagan los favores de campaña y los roba vueltos hacen sus centavos.

Morales debe luchar por erradicar las formas, en general, de la corrupción (y en especial la de cuello blanco) porque ésta es la que más oportunidades le roba a la gente, en especial a la más pobre y necesitada.

Para derrotar a la corrupción, Morales necesitará dar pasos firmes que hagan que la gente lo apoye (liderar con el ejemplo como él lo llama) y una buena medida sería revelar con lujo de detalles quienes lo financiaron. Si uso helicóptero, quién se lo pagó o prestó, quién le apoyó en especie y con cuánto.

Si Morales hace esto y más, Guatemala tiene chance de cambiar pero si el nuevo Presidente se resiste a tomar por los cuernos los temas de fondo y más espinosos del sistema, no solo Guatemala desperdiciará una oportunidad de cambio «democrático», sino que él enfrentará la férrea oposición de un pueblo que parece estar con ganas de terminar lo que empezó para lograr verdaderos cambios.

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