Raul Molina

Estamos a las puertas del 71o. aniversario de la Revolución del 20 de Octubre de 1944 y en la memoria colectiva de los sectores mayoritarios de la población se conserva el orgullo guatemalteco de la “Primavera Democrática” que existió de 1944 a 1954, bajo la Presidencia de dos probos y capaces presidentes: Arévalo y Árbenz. Pese a que por 61 años la ideología contrarrevolucionaria ha generado temor en las capas medias al “comunismo”, los sectores más pobres aún reconocen que lo poco que les ofrece el Estado se debe a las conquistas del 44. El anticomunismo visceral, el terrorismo de Estado, el genocidio y el neoliberalismo brutal tras la firma de la paz han ido generando el Estado fallido actual; pero no han erradicado la lucha de los pobres y marginados de recuperar los principios, valores y prácticas de su revolución. Celebremos en la Plaza de la Constitución la Primavera Democrática, la pasada y la que podemos reactivar.

Este 20 de octubre celebraremos también que con la participación de la ciudadanía, movimiento popular, movimiento social y apoyo internacional, logramos expulsar del gobierno a Otto Pérez y Roxana Baldetti, así como a más de otros cien funcionarios. A principios de septiembre estuvimos a punto de establecer la alianza estratégica de clase media y sectores trabajadores, campesinos y pueblos indígenas, que nos hubiera permitido pasar de inmediato a la refundación del Estado -la redacción de la nueva Constitución por la Asamblea Nacional Constituyente de los Cuatro Pueblos- pero las maquiavélicas maniobras del Imperio y los grandes ricos, apoyados por confusos grupos de clase media, grupos militares poderosos y la clase política lograron impedirlo. Nos forzaron a participar en las elecciones el 6 de septiembre, con resultados inverosímiles que nadie se atrevió a protestar.

Ahora se nos pide que votemos nuevamente para decidir entre Sandra Torres, con su proyecto ya conocido, y Jimmy Morales, como candidato “nuevo”, si bien su proyecto, debidamente maquillado, es el mismo que el del Partido Patriota. Los votos para Sandra tendrá que buscarlos la UNE puerta a puerta, porque los que participamos en el Movimiento por la Dignidad no podemos instar a que se vote por ella; pero insisto en mi consigna: ¡Ni un voto para Jimmy! Afirmo que la peor opción es la de Morales, por ser un proyecto militar, especie de nacional-populismo, como el que usó Pérez para seducir a organizaciones campesinas y sindicales hoy desprestigiadas y a un puñado de “izquierdistas”. Ese proyecto nos seguirá hundiendo en la corrupción, la represión y la impunidad. Los militares de hoy deben salir de la política. Fueron altos oficiales quienes traicionaron en 1954 al militar más digno que ha tenido Guatemala, quienes ocuparon las posiciones principales en los gobiernos de 1954 a 1996, quienes utilizaron el terrorismo de Estado y el genocidio para enfrentar la lucha revolucionaria de la población y quienes han estado presionando sobre los gobiernos civiles después del conflicto armado interno. Con el Patriota se apoderaron del Estado, con las funestas consecuencias que hemos combatido. Un voto por Jimmy es el retorno al pasado.

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