Juan Antonio Mazariegos G.

A escasos días de la segunda vuelta electoral, los dos candidatos en contienda han mostrado más deficiencias que virtudes de cara a convencer a los guatemaltecos para que voten por ellos en estos próximos comicios del 25 de octubre.

Cuando en la primera vuelta de estas elecciones acudimos masivamente a las urnas, se vivía un escenario diferente, el proceso de depuración apuntalado por las protestas cívicas y pacíficas de la ciudadanía habían dado frutos y el Gobierno de Otto Pérez se desmoronaba, existía un candidato, Manuel Baldizón, que representaba no solo la continuidad si no la perpetuación de un sistema basado en privilegios a corruptos e incapaces y los ciudadanos en general escogimos el camino de las urnas, en reconocimiento que es aquel que la ley establece para buscar poner un freno a lo que venía sucediendo y buscar también un cambio de rumbo que permitiera la verdadera democratización del Estado.

Hoy, estamos próximos al segundo paso de este proceso. Iremos nuevamente a votar y en lo personal no creo que podamos hacer lo mismo que hemos hecho en procesos electorales anteriores, interesarnos en únicamente acudir a votar y dejar en manos de los políticos las decisiones y los pasos a seguir en un proceso en el que ahora resulta que estamos más interesados Nosotros que ellos, llevar este barco a otro destino, darle una oportunidad a este país.

A mi juicio es totalmente irrelevante si gana Sandra Torres o Jimmy Morales, los pasos siguientes son los importantes, auditar la estructuración de sus equipos de trabajo, en principio si no hay personas capaces y preparadas no se le podrán pedir peras al olmo y el resultado será el mismo, a continuación es nuestro deber exigir que se cumpla la ley en cada una de las funciones que estos equipos desempeñan, existe toda una reglamentación establecida para los distintos procesos que deben recorrer las distintas instituciones del Estado en el cumplimiento de sus funciones, pero como nadie las observa ni exige que se cumplan, rápidamente los listos de ocasión, como los que han conformado los últimos gobiernos, aprenden la maña para dar la vuelta a la ley, y en un país en el cual no precisamente abunda la denuncia si no la queja ciudadana empieza rápidamente el proceso de descomposición.

Al final, entonces, resulta que hay que llamar a las cosas por su nombre y Usted y Yo tenemos la responsabilidad de participar, auditando, exigiendo, denunciando porque de lo contrario no habrá más que quejas. El cambio depende de Usted y de mí, no deje de hacer su parte del trabajo.

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