Eduardo Villatoro

Después de cerca de 15 años de prestar mis servicios en el Banco de Guatemala, con un intervalo cuando fungí -con permiso de la Junta Monetaria-, de secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Reconciliación, renuncié a mi cargo en la banca central. Para satisfacción mía y mi familia las autoridades de la institución me ofrecieron una recepción de despedida con diplomas y platos de reconocimiento incluidos.

Decidí dimitir porque estaba convencido que ya no tenía que brindarle opciones novedosas al Banguat en materia de información y relaciones institucionales y además era un estorbo para que las personas que integraban mi equipo de trabajo pudieran ascender.

Descansé un año y luego fui invitado por el abogado Ramsés Cuestas, entonces Fiscal General, para prácticamente instituir la Oficina de Información y Prensa del MP. No fue sencillo, comenzando con la falta de recursos humanos, técnicos y hasta de espacio porque me asignaron un ambiente de tres metros cuadrados, con dos sillas y una mesa de pino, sin teléfono. Lo contrario al entorno ampuloso al que yo me había habituado en el Banguat.

Ocho meses soporté esa sudorosa estrechez y renuncié, para convertirme en consultor externo de los fiscales posteriores, con los que me reunía con ellos cuando era indispensable; hasta el período de Carlos de León Argueta de quien un reportero de elPeriódico publicó una sesgada e irresponsable información atinente que yo era “el brazo derecho” (¡!) del Jefe del MP.

Las características ambientales, la configuración arquitectónica y la política del MP en su faceta de haberse convertido en realidad en un ente que no responde al Gobierno de turno, han sufrido notables cambios, que se inició con la administración de Claudia Paz y Paz y que, contra lo que se presumía razonablemente, se profundizó bajo la firme, serena y recia conducción de la Fiscal General Thelma Aldana, para satisfacción de los guatemaltecos.

Pero ocurre que para que el MP pueda cumplir fielmente su misión requiere un presupuesto que cubra las necesidades perentorias de la institución, de manera que la cantidad de Q1,100 millones asignada por el Ministerio de Finanzas, al igual que desde 2012, es insuficiente para fortalecer proyectos y creación de fiscalías específicas y municipales.

De esa cuenta, el MP se verá forzado a solicitar el apoyo de la comunidad internacional, imprescindible para que se instalen las agencias de la Fiscalía Especial contra la Impunidad y de la CICIG en Quetzaltenango, entre otros planes.

Es tiempo que los grupos sociales, algunos muy críticos de la labor del MP, contribuyan desde sus funciones para que la doctora Aldana pueda contar con el apoyo de expertos penalistas en su tarea de sanear la administración pública de la campante corrupción. Sus antecedentes son la mejor carta de presentación.

(-Amor, quiero que pasemos un fin de semana perfecto, le dice la esposa del fiscal Romualdo Tishudo: -Perfecto –responde-, ái nos vemos el lunes entonces).

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