Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Cada invierno me pregunto si nuestra Conred no termina siendo una Coordinadora Nacional para la Repetición de Desastres en vez de encargarse de la reducción de los mismos, puesto que no hay absolutamente nada que indique avances en la prevención a efecto de que el impacto de los fenómenos naturales deje de ser tan severo y mortal. Me admira, por ejemplo, el ejemplo cubano, puesto que ese país tiene una ubicación geográfica que lo coloca en la ruta de los principales huracanes y raro es el año en el que se libran de algún meteoro de esa naturaleza, no obstante lo cual rara vez se produce alguna muerte porque hay acciones de prevención que descansan en la organización comunitaria, la educación y la eficiencia de las autoridades.

En Guatemala llevamos varios días de lluvia constante y supuestamente se tienen identificados los lugares de riesgo por deslave, pero es obvio que algo falla. Posiblemente se nos diga que la población se resiste a evacuar cuando se le instruye para hacerlo, como ya se dijo en el pasado, pero en todo caso no hay evidencias serias de que se hayan adoptado las medidas pertinentes para alertar a la población. Ya dije algunas veces que con la cantidad de gente que tiene teléfonos celulares, se debiera establecer con las telefónicas un sistema de comunicación eficaz que permitiera lanzar alertas tempranas para que la gente pueda buscar refugio en casos como el presente.

La verdad es que se habla mucho, y se gasta otro tanto, sin que se haga algo en realidad concreto para obtener resultados que eviten a la gente más necesitada este tipo de catástrofes. Si fuera una vez cada muchos años que ocurre un deslave con trágicas consecuencias podría entenderse como algo extraordinario para lo que no estábamos preparados, pero cuando en cada invierno sucede lo mismo hay que buscar respuestas congruentes por las deficiencias en el campo de la prevención porque es inadmisible para nuestra gente más necesitada que su vida termine en la última muestra de abandono de parte de las autoridades que en su vida no hicieron nada por ellas y las dejaron libradas a su desgracia.

En estos días un huracán está azotando las islas del norte del Caribe y en la televisión se puede notar no sólo la fuerza de los vientos y la intensidad de la lluvia, sino el efecto de las medidas de prevención tomadas por las autoridades. Este huracán se formó en 33 horas y alcanzó categoría de gran meteoro sin que las autoridades tuvieran el tiempo que tuvieron las de Guatemala para prevenir, porque las lluvias en nuestro país han sido consistentes durante las últimas semanas y cualquiera entiende que el suelo se va saturando y que las posibilidades de deslizamientos y deslaves en los lugares más riesgos se incrementa.

A lo mejor la gente de Conred se ha acomodado y por ello es que se nota esa falta de prevención y de trabajo con las comunidades o en la búsqueda de mecanismos idóneos para manejar las alertas. Pero cada una de esas muertes por desidia nos tiene que doler en lo más profundo y ello provoca nuestra gran indignación.

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