Oscar Clemente Marroquín
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Si es cierto que según nuestra Constitución nadie es superior a la ley y ante ella todos somos iguales en dignidad y derechos, la señora Roxana Baldetti no debiera estar recibiendo tanto trato preferencial sino sometida, como cualquier otro ciudadano en conflicto con la ley, a las disposiciones de aplicación universal para cuando ocurren este tipo de situaciones.
Empezando por el sistema carcelario. Ella como segunda en el mando jerárquico de la Nación, tuvo tres años y medio para preocuparse por las condiciones de los centros de detención y hacer algo para que llenaran requisitos elementales para que se pueda garantizar no sólo la seguridad sino las condiciones dignas que deben prevalecer en el trato a todos los seres humanos. Simplemente le valió madre la condición de los reclusos, sean éstos reos de delito o sujetos a prisión preventiva, y dejaron que las cárceles se fueran hacinando porque eso era lo que más les convenía a sus socios que mantienen el control del negocio de los sobornos y privilegios en los centros de detención. El famoso caso Lima sale a relucir a cada rato porque es ilustrativo de cómo en este gobierno se delegó el control de las prisiones para dejarlo en manos de los internos.
Que ahora la señora Baldetti se queje de las inseguridades en las prisiones es ofensivo porque esos lugares están así porque ella no hizo nada, porque consideró que era rebonito dejarlos en manos de los mismos presos para que hagan negocio.
Por ello pienso que si está sufriendo dolencias, no debiera ser enviada a un centro asistencial privado o, para el efecto, sostenido con los fondos públicos pero para uso privado como pasa con el Hospital Militar, donde la siguen tratando como si fuera aún la Vicepresidenta de la República, con todos los honores y privilegios del caso sin que el Presidente, en su calidad de Comandante General del Ejército, mueva un dedo para ponerle fin a tal abuso.
Ella debería estar en el Hospital San Juan de Dios, a donde llevan a los presos que tienen algún problema de salud. Y recibir justamente el mismo trato de sus colegas procesados penalmente, sin privilegio alguno. Podrá decir que el San Juan de Dios es una porquería, que no tiene insumos ni condiciones para atenderla como se merece. Ella es una ciudadana más de este país y merece lo mismo que el resto de ciudadanos y es por culpa de ella y del presidente Pérez Molina que los hospitales están en tan malas condiciones y desabastecidos. Ellos mantuvieron al sinvergüenza de Villavicencio haciendo micos y pericos de los cuales recibió sin duda su tajada la señora Baldetti y no es justo que mientras eso le da para seguir pagando privilegios, la gente a la que le robaron siga sin recibir adecuada atención médica.
Un poco o mucho de su propio chocolate es lo que le corresponde a la señora Baldetti e indigna que el sistema judicial, el sistema de presidios y los ministros de Gobernación y Defensa, sean alfombra de quien es sindicada de haber literalmente matado de hambre y de enfermedad a tantos guatemaltecos.