Adolfo Mazariegos

A una semana de haberse realizado la primera ronda de elecciones presidenciales, y sin conocerse aún el resultado oficial final por parte del Tribunal Supremo Electoral, nos encontramos además con una serie de elementos y circunstancias que, desde el punto de vista de las ciencias sociales (particularmente Ciencia Política), merecen un análisis que podría resultar de mucho valor para el sistema político guatemalteco y su futuro desarrollo. Podríamos mencionar, por ejemplo, una considerable afluencia de votantes a la urnas; persistencia del voto clientelar en el interior del país; conformación de un Congreso con variación de fuerzas; cambio en la balanza de partidos políticos, etc. Intentaré, sin embargo, poner sobre la mesa y sin ahondar en ellos (dada la falta de espacio), al menos tres objetos de análisis que seguramente abordaré con mayor detenimiento y profundidad en otras instancias: 1) El candidato novato y el antivoto: Nadie puede negar que, debido a la coyuntura y a la extensa sucesión de hechos en los cuales la ciudadanía ha jugado un papel por demás importante, como producto del desencanto casi generalizado hacia la clase política, y particularmente de determinados candidatos cuya participación ha sido reiterada y cuestionada, se produce un fenómeno inédito que llevará a una segunda vuelta a un candidato nuevo cuya experiencia y capacidad de gobernar el país ha sido cuestionada por todo un variopinto grupo de sectores. Podría decirse que vemos en esa situación lo que ha dado en llamarse el “antivoto”, un voto en contra de otros candidatos punteros, más que una verdadera inclinación por el candidato nuevo en función de planteamientos concretos y verdaderos planes de gobierno. 2) El resurgimiento de un partido en declive: Resulta sumamente interesante el aparente repunte del partido que, a pesar del desgaste por haber realizado gobierno y que, de acuerdo a la lógica de la dinámica observada durante los últimos períodos de gobierno, iba en franco declive llegando en su momento, inclusive, a ver mermada considerablemente su bancada en el Legislativo. Hoy día, ese partido ha aumentado notoriamente su número de diputados y se perfila como el partido que muy probablemente dispute el balotaje de la segunda vuelta electoral. 3) Ruptura de la «tradición» de que le toca a quien quedó en segundo lugar en el proceso anterior: Quizá, el fenómeno que más llame la atención, en el marco de los estudios y análisis al sistema político guatemalteco actual, siguiendo la lógica ya aludida en el inciso anterior, sea el hecho de que, aparentemente (digo aparentemente puesto que no se conoce aún el resultado oficial de la primera ronda de la elección presidencial) se ha roto con esa “tradición” de que, el candidato que queda en segundo lugar en una elección, es quien gana la presidencia en la elección siguiente, tal como había venido sucediendo y se veía con naturalidad en los anteriores procesos eleccionarios. Sin duda todo esto pone de manifiesto algo importantísimo que ya no se puede ni se debe obviar: finalmente, el sistema político guatemalteco, ha empezado a cambiar.

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