Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Luego de la eliminación de la contienda de Baldizón, quien según datos hasta las 10.30 horas, queda fuera hasta de la posibilidad de una segunda vuelta, muchos guatemaltecos sienten un enorme alivio porque el objetivo central de gran cantidad de electores era acabar con la amenaza que representaba el candidato de Lider. En buena medida el proceso electoral giró alrededor de ese objetivo que para muchos se convirtió en lo fundamental del día de elecciones, es decir, impedir a como diera lugar que el petenero pudiera convertirse en Presidente de la República. Y el mismo Baldizón se encargó de ayudar a esa tarea porque su campaña fue una suma de gruesos errores que lo dejaron peor parado que el desaparecido Jorge Carpio, a quien se le decía que era ganador de encuestas y perdedor de elecciones.

La pregunta del millón, creo yo, es si el tema de la reforma del sistema político sigue siendo prioritario en la agenda de los guatemaltecos o si nos damos por bien servidos con el resultado electoral. Evidentemente para muchos ciudadanos el problema no es estructural y no creen que sea el sistema el que alienta la corrupción y fomenta la impunidad. La necesidad de cambiar las reglas de juego era un asunto fundamental mientras existió el riesgo de que esas reglas pudieran facilitar el triunfo electoral de Lider y de Baldizón, pero falta ver el comportamiento de la ciudadanía en los meses que vienen, cuando se instale el nuevo Congreso y cuando se produzca el necesario debate sobre reformas a leyes importantes.

Ayer me llamó la atención una entrevista que se le hizo al licenciado Oscar Bolaños Parada en Guatevisión, puesto que el expresidente del Tribunal Supremo Electoral analizó en la mañana el proceso electoral y ante la euforia de los entrevistadores por la afluencia de gente a las urnas, el licenciado Bolaños les dijo que había que entender que “aquí no ha cambiado nada”. La reacción de sus interlocutores fue de sorpresa absoluta y le rebatieron diciendo que por supuesto que Guatemala cambió y le hablaron de las manifestaciones y del repudio ciudadano a la corrupción.

Si, les contestó el abogado, pero hoy estamos eligiendo con las mismas reglas, con las mismas leyes, reeligiendo en muchos casos a los mismos diputados, a los mismos alcaldes y mientras no cambien esas reglas que regulan el financiamiento de las campañas y todo lo relativo a la Ley Electoral, “no hemos cambiado nada”.

Los dos conductores de la entrevista se le quedaron viendo como quien mira a un bicho raro, casi como diciendo que Bolaños Parada estaba hablando babosadas.

Falta ver quién tiene razón en el mediano y largo plazo, pero hoy por hoy es indudable que el sistema político, tal y como estaba la semana pasada y como estaba cuando provocó tanta crítica y exigencia de cambio, no sólo está intacto, sino que se ha legitimado formidablemente. Tendremos un nuevo Congreso mucho más legítimo por efecto del voto y sobre todo sin aplanadoras, pero con diputados cuya voluntad de acabar con el sistema de privilegios para los políticos tendrá que ser puesta a prueba.

Artículo anteriorJimmy Morales con la victoria inobjetable
Artículo siguienteEl pueblo habló