Oscar Clemente Marroquín
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Otro papelito shuco, como calificó Alejandro Sinibaldi al que encontraron en Brasil y que lo incriminaba, apareció en la oficina de Salvador Eduardo González, testaferro de Roxana Baldetti. En el mismo está detallada la coperacha que se hizo para que entre varios funcionarios le regalaran al mandatario un helicóptero Bell que estaba en el mercado por más de tres millones de dólares y se consignan las cantidades aportadas por cada uno de los implicados. La otra opción es que las cantidades allí mencionadas eran lo que de la defraudación aduanera le tocaba a cada uno de los implicados, lo que significa que el papelito shuco de todos modos los deja ensartados.

Son cantidades obscenas las que se consignan y evidencian que en el gobierno todos sabían cómo estaban haciendo pisto los funcionarios y a los que más dinero recibían de la corrupción les pedían que hicieran aportes significativos para quedar bien con el gobernante que, por supuesto, tenía que saber que toda esa gente estaba “sacrificando” parte del dinero que se embolsaban a fin de dar el chaquetazo que les permitiera seguir con la fiesta de la corrupción.

Un funcionario que estuviera devengando únicamente su sueldo e ingresos legales, no podía disponer de tales cantidades para quedar bien con el Presidente y por ello es que ese papelito con anotaciones muy parecidas a los garabatos del que encontraron en Brasil, es demoledor para confirmar la extensión de la corrupción en la administración pública y cómo es que llegaron a extorsionarse entre ellos mismos para entregarle al Presidente sus costosos juguetes.

El papelito detalla nombres y cantidades que deben entenderse en dólares porque arriba está el total del valor del helicóptero en moneda norteamericana. Aparecen el general López Ambrosio del Ministerio de la Defensa con 650 mil; Sipi, es decir Alejandro Sinibaldi, con 245 mil y una anotación en la que se hace ver que dejó debiendo 5 mil; un millón a cargo de Juan de Dios Rodríguez, otros 650 mil del generoso exministro de la Defensa, López Ambrosio, 180 mil aportados por el ministerio de Gobernación; 700 mil puestos por el exministro de Energía y Minas, Erick Archila y otros 900 mil para Juan de Dios, exsecretario privado de la Presidencia y presidente del IGSS.

Pongamos el caso del Ministro de la defensa, con toda una vida entregada a la carrera militar devengando un sueldo relativamente modesto aún en el tope de la escala salarial. ¿De dónde jocotes puede un oficial del Ejército poner un millón trescientos mil dólares para completar el valor del helicóptero que regalaron al Presidente? ¿Cuánto se habrá embolsado don Juan de Dios para dar un millón novecientos mil? Sinibaldi había tenido problemas antes de ser político pero ya ministro podía regalar 245 mil, eso sí, quedando a deber 5 mil. Y el señor Archila tuvo que caer muerto con 700 mil para asegurar el chance que, obviamente, le permitía disponer de tales ahorros, así como los 180 mil relativamente anónimos únicamente consignados al “Mingob”.

Uno puede ser lambiscón en extremo, pero para dar regalitos de ese calibre, sólo que el pisto sea adquirido fácil y corruptamente. Y como entre bomberos no se machucan la manguera, todos sabían a quién pedir y cuánto sacarles.

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