Ayer el Presidente de la República decidió resguardarse en el sistema al negarse a renunciar, llamar al voto y convocar a los sindicalistas que fueron beneficiados por espurios pactos colectivos para que actúen como la “Guatemala profunda”. En otras palabras, aunque pida perdón por lo que se hizo y niegue haber recibido dinero del negocio en las aduanas, no se somete al imperio de la ley para desvirtuar en los tribunales el contenido de las pruebas que hoy se empiezan a conocer formalmente en la audiencia de primera declaración de la señora Baldetti.

Pero precisamente al hablar de esa mujer hay que decir que sigue siendo beneficiada por un sistema de privilegios que la coloca sobre la aplicación de la ley que debiera ser pareja para todos. El hecho de que fuera beneficiada doblemente, no sólo con ser enviada a Matamoros, sino que en ese cuartel a un lugar especial adecuado para ella, demuestra que hay trato preferente no obstante que lo que se le señala como delito es tremendo y deleznable porque a pesar de ser bien remunerada, decidió participar en el negocio de la defraudación aduanera, uno entre tantos otros que si escarban van a encontrar, mientras el Estado carecía de fondos hasta para cubrir las necesidades de los hospitales y hubo gente que murió por ese desabastecimiento.

El sistema está cimentado en la impunidad y la misma se fortalece cuando empieza a verse cuesta arriba el antejuicio al Presidente y al notar que la señora Roxana Baldetti Elías, pese a la abrumadora evidencia en su contra, sigue gozando de enormes privilegios. No puede descartarse que el sistema, apuntalado ahora por la actitud presidencial, se manifiesta con tanta fuerza que hasta le otorgue medida sustitutiva a la que traicionara el mandato popular que recibió cuando fue electa Vicepresidenta de la República.

La corrupción no se ha contenido y, lejos de ello, en estas circunstancias funciona la Ley de Hidalgo, “baboso el que deje algo”, porque el desmoronamiento del sistema es inminente. Un sistema que no fue creado en este gobierno y por ello sorprende que se postulen como paladines del rescate quienes lo apañaron bajo sus propias barbas cuando fueron ministros en gobiernos pasados, en los que hubo precisamente defraudación aduanera y sea por acción o por omisión, ocurrió bajo su responsabilidad.

Guatemala vive momentos cruciales y la ciudadanía tiene que mantener firme su reclamo de justicia e imperio de la ley. Bienvenida la intervención de la Comisión Internacional Contra la Impunidad porque es gracias a esa intervención extranjera, pedida por Guatemala, que se ha destapado la cloaca.

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