Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

Esa misma expresión dijimos los chapines hace algunos meses cuando un domingo por la mañana el Parque Central se tiñó de color naranja y sus calles aledañas se congestionaron por el sinnúmero de camionetas que trajeron a la gente acarreada del interior de la República. -¿De qué se trata tanto alboroto?, nos preguntamos todos. Es que no había pasado por nuestra mente que la pareja gobernante de Pérez Molina y Baldetti, además de haber violado la Ley impulsando descarada y abiertamente la candidatura de Alejandro Sinibaldi, incluso utilizando recursos del Estado, había dispuesto pasarse por el arco del triunfo la vigente Ley Electoral pues, sin existir convención partidaria, ni apertura oficial del período eleccionario, dispuso propalar a los cuatro vientos la candidatura oficial del ungido ahora caído en desgracia.

Estimado lector, ¿recuerda las escenas que millones de habitantes presenciamos por la televisión, en las que doña Roxana, importándole un pito la clara prohibición del artículo 182 de la Constitución de favorecer a partido político alguno, vistiendo apretados pantalones vaqueros y camisa color naranja, encaramada en el tinglado construido para el efecto, pegó de gritos y bailó ante los ojos de todo el mundo aquella pegajosa melodía del “Caballito de Palo” presentando al “fisiquín” de su preferencia? Lo que son las cosas. Estoy seguro que a partir de esos instantes empezó la debacle del actual gobierno, llevándose entre los pies a toda la legislación vigente y entre la bolsa muchos millones de quetzales, los que aún siguen haciendo tanta falta para resolver nuestras carencias y necesidades.

Algo anda mal… dijimos en aquel entonces. Al poco tiempo la señora salió más corriendo que andando del puesto, con todo y el doctorado coreano bajo el brazo y hoy, todavía está con un pie sobre una cáscara de banano y el otro en la cárcel. Pero aquella mala impresión no la hemos podido borrar. Debido a los tribunales de justicia sin carácter, personalidad ni decisión y al comportamiento deshonesto de nuestra casta politiquera, seguíamos sin poder esperar nada bueno, hasta que la CICIG se dejó venir con las denuncias de evidentes deshonestidades de tantos funcionarios y políticos quienes, lo que menos han tenido, es un poco de vergüenza para cometer sus fechorías.

Así las cosas, hemos llegado a los diez y siete días previos a la realización de los comicios electorales del 2015 y la población, la que todavía guarda su tradicional mesura, cordura y buen raciocinio, ni sabe por quién votar, si realmente se van a llevar a cabo los mismos, mucho menos quiénes van a ser los que finalmente puedan tomar posesión de los cargos en disputa. Para mí, algo anda mal…

Artículo anteriorConsumada la contumacia de políticos: apoyo al TSE
Artículo siguienteVelar por la pureza del proceso electoral