Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Todavía hay quienes creen que el futuro del país está en nuestras manos, y por ello llaman a un voto “responsable” en los comicios que se aproximan. Eso significa que uno debe escudriñar en la vida privada y pública de los candidatos y conocer a fondo sus planes de gobierno y sus antecedentes como ejecutor, pero por supuesto que hay otro factor del que se habla poco y es el relacionado con quienes rodean al candidato, es decir su círculo más cercano en la campaña así como quiénes son sus financistas.
Dadas las características de nuestra política, en los casos en que el postulado no sea el dueño del partido político que le nomina, hay que entender a profundidad quiénes conforman la cúpula del partido, puesto que en ese caso seguramente ellos serán pieza clave en el caso de que el nominado pudiera tener el loteriazo de ganar una elección.
Personalmente no veo ningún candidato que tenga el compromiso para entrarle a la reforma del Estado como debe ser, y apenas he escuchado a Lizardo Sosa hablar de una necesaria transición que garantice las reformas necesarias para acabar con muchos de los vicios existentes, aunque a decir verdad me suena como una inspiración loable del candidato, pero que no cuenta con el respaldo del partido que le postula, porque el mismo está conformado por lo que podríamos llamar parte de lo más rancio del sistema. De hecho cuando Sosa habla de presionar al Congreso desde la Presidencia para lograr las reformas, confiando en que habrá una fuerte presión ciudadana, pasa por alto que el Congreso próximo seguramente será peor que el presente porque los candidatos que buscan una curul han tenido que comprar ese derecho y tienen que recuperar su inversión a como dé lugar. La idea de Sosa es que en dos años termine el proceso de reforma y se tenga que revocar el mandato de diputados y gobernantes, seguramente también de alcaldes, para elegir en un nuevo formato legal, pero esperar a que nuestros diputados se hagan ese harakiri es muestra de demasiado optimismo.
Por el otro lado está el fenómeno del comediante Jimmy Morales que a muchos les parece adecuado para votar contra el sistema o, como dicen algunos, simplemente es la oportunidad de votar por joder la pita. Pero el partido que postula a Morales no representa de ninguna manera el antisistema, como el candidato pareciera hacer creer, sino que es la parte más dura de ese sistema que ahora estamos tratando de enfrentar. Se trata de los poderes ocultos que surgieron durante el conflicto armado interno y que fueron los primeros en sentar reales en las aduanas del país, entre otros feudos.
De los otros candidatos es ya muy conocida su actuación pasada, privada o pública, como para tener que hacer acotaciones. Baste decir que prácticamente todos son producto del sistema que está colapsando y se han beneficiado de él. Los que no lo han logrado esperan sacarle raja a esa mezcla de corrupción e impunidad que ha bañado en pisto a tantos.
Por ello, si vemos al candidato y, además, le vemos su entorno, la conclusión es que eso de que el futuro se decide con nuestro voto son puras babosadas.