Alfonso Mata

Los insectos sociales, viven ensimismados, viven en sí mismos, todo lo que hacen tiene que ver consigo mismos y por eso se le dice despectivamente al que sólo piensa en sí mismo “insecto”. Nosotros nos preocupamos de los otros, nos hacemos cargo de lo que le pueda pasar a los otros y aunque a veces somos ensimismados, nuestro vivir no es ensimismado, el de nuestros políticos y autoridades actuales, definitivamente que sí.

Los ensimismados de que hablo acá, carecen y no operan con y en conciencia de la comunidad y lo peor, para eso fueron electos y ellos lo aceptaron. Lo que va a pasar dentro de diez años, un año con la patria, depende de la actitud que tomemos ahora. Con gobernantes ensimismados alineados con el lucro y la corrupción (mal uso de poder para obtener ventajas ilegítimamente) no es eso posible. El conocimiento es un instrumento para un fin; yo, usted, todos podemos saber, pero la responsabilidad social es lo que uno hace o no con ese conocimiento y la acción derivada del mismo es lo que da sentido a la democracia. Lo que en este momento reprochamos a autoridades y funcionarios, es que no están haciendo las cosas por los ciudadanos y sus familias, sino para sí mismos y los suyos. Nos están robando la democracia.

Todos sabemos, todos queremos espacios que disminuyan las diferencias, no quedar discriminados desde la cuna. Para ello estamos tratando de tomar en serio la democracia, un proyecto de convivencia en que tengamos oportunidad y no latrocinio (fraude contra bienes públicos). Las elecciones son interesantes, porque distribuyen responsabilidades establecidas para que nadie se apropie de ellas a su favor, pero lo que asombra en nuestro caso, es lo contrario. Los ensimismados de la autoridad suprema, se apropian no sólo de ellas, sino de sus beneficios y aún así, algunos se atreven a hablar de “orden constitucional y Estado de derecho (jurídico institucional)” cuando los temas de distribución, oportunidades, de bienestar social, de justicia, no se cumplen desde hace mucho, ni son motivo de interés de la autoridad suprema. Los actores políticos ensimismados, no dejan vivir la democracia, la encarcelaron.

En la actualidad, el tema ciudadano es un proyecto al que apostamos todos a tener participación desde nuestras habilidades, y no vernos limitados de antemano. Y eso no puede ser llevado a cabo por los ensimismados actuales, ni los queremos en nuestro futuro inmediato, no se puede ser juez y parte en ello.

Canales de participación y actores de altura para vivir la democracia y una mejor calidad de vida, es lo que exigimos los ciudadanos en parques, plazas, calles, medios de comunicación y en el silencio de los hogares y cómo los actores actuales nos han fallado, vamos tras su retiro.

A lo largo de nuestra historia, murió gente, se fue otra, pero los que seguimos, sabemos que el problema no es la gente, sabemos que el problema no es nuestra convivencia entre hermanos, sino del pueblo con sus autoridades y funcionarios secuaces, centrados en su ensimismamiento latrocinio. Ello son los que gobierno tras gobierno, han roto los convenios de convivencia y entonces nos preguntamos ¿cuál Estado de derecho existe, si su elemento fundamental, la convivencia, se ha roto por incumplimientos de unos? y no es acaso por alcanzar el orden de convivencia, por lo que lucha la democracia, lo que manda el principio constitucional más elemental. Cómo se pretende decir que se va a lograr a través de los ensimismados, que siempre han escapado y desatendido el desarrollo de un proyecto común: un país equitativo, ético, colaborador, solidario.

Creo que este momento de la historia de Guatemala, es la gran oportunidad de tomar conciencia de ¿Cómo hemos vivido? ¿Cómo estamos viviendo? ¿Qué estamos conservando? Es la gran oportunidad de la reflexión a partir de la cual cada uno de nosotros puede generar un mundo distinto. Tenemos una gran posibilidad como personas, como país, de encontrarnos en un espacio distinto al que hemos generado hasta ahora. Porque lo que está pasando, lo que estamos viviendo es resultado de nuestras propias acciones, de nuestras elecciones, de nuestro convivir, de haber vivido sin preguntarnos ¿qué deseamos conservar? ¿Qué estamos conservando? y ¿qué hemos conservado? Lograr un orden constitucional para todos, es la reflexión más importante que todos debemos hacernos: ¿qué mundo queremos? y ¿qué estamos haciendo ahora para que ese mundo exista? No lloremos mañana, cuando tuvimos la oportunidad hoy.

 

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