Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

En Washington el tema de Guatemala es hoy mucho más importante de lo que pudo haber sido a lo largo de las últimas décadas y lo puso sobre el tapete la ola de niños que por miles salieron de nuestro país para buscar a sus padres en Estados Unidos. Ello hizo que se pensara en un plan para ayudar financieramente a los países que generan migración, pero de inmediato saltó el problema de la corrupción que se ha desbocado en nuestros lares y una de las condiciones que se plantearon desde el principio fue la de la transparencia y el combate a la corrupción.

Si alguna institución goza hoy de toda la credibilidad y simpatía en Washington es la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala porque se han visto sus resultados. No sé de dónde pudo sacar el señor Baldizón esa patraña de que los congresistas de Estados Unidos están preocupados por la forma en que la CICIG maneja sus recursos, porque lo cierto del caso es que en la capital norteamericana uno escucha únicamente elogios a lo que ha hecho esa comisión internacional.

Y es que hay una tendencia mundial que se nota en cuanto a enfrentar el problema global de la corrupción. El tema de la FIFA, por ejemplo, ha sido ejemplar porque se ha puesto en la picota a los intocables, a quienes se creían superiores a cualquier Estado y a sus leyes y ahora están enfrentando a la justicia por los sobornos que recibieron. Hemos visto cómo en Brasil se emprende una lucha frontal contra la corrupción y como los ciudadanos en distintas partes del mundo, incluyendo a Guatemala y Honduras, se levantan para exigir el cese de las prácticas de enriquecimiento ilícito.

Pero anoche jugaron en el Estadio Fedex dos equipos de gran cartel, el Barcelona y el Chelsea y la multitud fue impresionante para seguir a un deporte que se ha ido abriendo espacio en medio de la afición por el beisbol y lo que nosotros llamados el futbol americano. Delante de donde estaba sentado había un grupo de aficionados del Barca que no paró de apoyar a su equipo durante todo el partido, llamando la atención de la gente que estaba en ese sector del estadio. Enorme fue mi sorpresa cuando tras el gol del Barcelona, el primero de ellos, se levantaron y pegando saltos de emoción sacaron una cartulina que mostraban tratando de que alguna cámara los enfocara. No podía leer el texto hasta que se voltearon y lo mostraron a quienes estábamos atrás. Decía nada más y nada menos que “Baldizón, no te toca”.

Resultó que era un grupo de obreros guatemaltecos que habían viajado desde Nueva York hasta Washington para ver al equipo de sus simpatías. Esperaban que las cámaras los mostraran, cosa que no ocurrió, pero evidentemente seguían con detenimiento la política de su propio país y mostraban su antipatía a los políticos, sumándose a miles de guatemaltecos que los cuestionan.

Y luego, al salir del estadio y ver la entrevista del candidato, entendí el porqué.

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