Eduardo Villatoro

Durante las recientes semanas se han mencionado las virtudes de honestidad, idoneidad y capacidad como cualidades propias de una persona para desempeñar funciones públicas o para ser candidato a cargo de elección popular.

A manera de antojadizo ejercicio mental me propuse examinar subjetivamente a los diputados más notorios que buscan ser reelegidos por segunda, cuarta o sexta ocasión; pero no fue una tarea sencilla a partir de las definiciones que ofrece Wikipedia, habiendo descubierto que honestidad es el valor que implica ser veraz, razonable, justo y honrado. Fue el primer y casi insuperable tropezón.

Desde el punto de vista filosófico –anota ese sitio cibernético-, la honestidad es una cualidad humana que consiste en actuar de acuerdo como se piensa y se siente, propio de personas en su manera de pensar y obrar con justicia, rectitud e integridad.

La tarea se me hizo más difícil entre la clase política, puesto que quien obra con honradez se caracteriza por la rectitud de ánimo e integridad con la cual procede en todos los actos de su vida. Ya el caso era más trompudo.

En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación a los hechos y las personas; pero honestidad también implica la relación entre el sujeto al que se alude y los demás, así como del individuo consigo mismo, fuera de que honestidad y honradez, términos de acepciones distintas inicialmente que se han aproximado con el tiempo y convertidas en sinónimos. Ya para entonces se me hizo más cuesta arriba ubicar al diputado que reuniera esas condiciones.
También acudí a un viejo diccionario de la Real Academia Española que podría estar en desuso, porque no he tenido la diligencia ni el dinero necesarios para adquirir su más nueva edición. El caso es que ese glosario, al referirse a la honestidad, señala que deviene del término latino “honestites”, que es la calidad de honesto y, por lo tanto la palabra hace referencia al sujeto que es decente, decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo y recto.

Si localizar a un diputado con esas características se había convertido en un fracaso de mi parte, más difícil me resultó identificar a un político idóneo, porque es el individuo más adecuado o conveniente para realizar una cosa, especialmente para desempeñar una función, una actividad o un trabajo, que tiene aptitud para efectuar determinada labor. Además, los sinónimos de idóneo son: suficiente, proporcionado, apto, capaz, dispuesto, competente, conveniente, adecuado, oportuno.

Me di por vencido. Imposible para un neófito como yo hallar entre diputados al legislador que responda a esos requerimientos idealistas. Quizá le sea más fácil para un intachable sindicalista del mismo Honorable.
(El mordaz Romualdo Tishudo me dijo que para encontrar una aguja, no hay que buscarla en un pajar, sino en un costurero, siempre que no sea de una oficiosa diputada roja o anaranjada).

Artículo anteriorReforma electoral fallida
Artículo siguienteDe nosotros depende el futuro