Estuardo Gamalero
“La pregunta no es ¿qué va a pasar? Es: ¿qué vamos a hacer?”
Fernando Savater
Hoy deseo referirme a los jinetes apocalípticos de la Democracia Representativa, que si bien se remontan a siglos de historia, en el 2015, los guatemaltecos estamos siendo testigos de actos magnánimos y reiterados de estupidez, arrogancia y autodestrucción social, provocados por las élites políticas enquistadas en estructuras de corrupción.
Irónicamente, varios gobernantes y candidatos, lejos de estar velando por la corrección de los problemas del país, el fortalecimiento del Estado de Derecho y la promoción de una cultura de paz, están politizando el sistema legal judicial, desafiando la lógica y la tolerancia ciudadana, mediante provocaciones violentas que ellos osan llamar «manifestaciones pacíficas».
Guatemala, luego de varios años e intentos de “prueba y error”, ha logrado que el Ministerio Público bajo la guarda de la Fiscal General, Thelma Aldana y el acompañamiento de CICIG bajo la dirección del Comisionado Iván Velásquez, estén rindiendo frutos en una cruzada que ha unido y hermanado a los guatemaltecos de bien, que no venden su libertad y que están hastiados de la corrupción y los corruptos.
Lo anterior no es una apreciación subjetiva, aunque si lo fuese, la misma se sustenta en denuncias amparadas en medios de prueba que han sido expuestos a la vista y oído de los guatemaltecos: grabaciones de video, audio, documentos, información de transacciones financieras y vínculos que fácilmente presumen la relación entre los denunciados y personajes del crimen organizado.
Tanto la presunción de inocencia como el debido proceso, son garantías fáciles de comprender, cuando en un lado de la relación se encuentra otra persona o el mismo Estado. Sin embargo, cuando el sujeto activo es la democracia y del otro lado se encuentra un sujeto denunciado y señalado con pruebas de actos de corrupción, la tarea se vuelve más compleja, pues la democracia no tiene abogado que la defienda: ese rol nos compete a todos los ciudadanos. Obviamente no sugiero una tiranía de la mayoría, pero me parece que la pureza del sufragio y el proceso electoral se sobreponen a las tachas de una persona.
Encontré algunas palabras y una conferencia de Fernando Savater sobre los enemigos de la democracia en el siglo XXI, un destacado español, filósofo e intelectual periodista, que como siempre: a unos gusta y a otros no. Describo a continuación los enemigos que él señala y algunos que yo complemento.
1. Populismo: Forma de hacer política, manipulando a los votantes y engañándoles con soluciones imposibles, fáciles y chivos expiatorios, potenciando la demagogia.
2. Terrorismo: Actos vandálicos, usualmente colectivos, cometidos o promovidos por personas ajenas al gobierno o con el patrocinio del propio Estado.
3. La falta de transparencia en la administración pública: Se refiere a la opacidad en la administración de recursos y los límites al acceso de información pública.
4. Corrupción: El abuso del poder público para obtener un beneficio o ventaja ilegal.
5. Transformación de la información en propaganda como una forma de manipulación de la opinión pública, de la población, sometiéndola a intereses egoístas de élites políticas: La utilización de los medios de comunicación de masas y de la educación como una forma de adoctrinamiento ideológico en función de intereses egoístas, contrarios al desarrollo integral de la persona.
6. Ignorancia: Una forma de control, manipulación y deshumanización de la población.
7. Miseria: El desinterés de los gobernantes y sectores en capacidad de ayudar y compadecerse en la solución de los problemas estructurales y puntuales de quienes más sufren.
8. El poder ilegal e incontrolado de monopolios artificiales: Que en su rol empresarial actúan por encima o en manipulación de la ley.
9. Atemorizar a la población: El miedo como una forma de manipulación y sometimiento social por parte de quienes gobiernan y controlan los medios de comunicación.
10. No anteponer la dignidad humana frente al desarrollo tecnológico y los intereses políticos y económicos: Por el contrario, subordinar la dignidad humana a intereses espurios y egoístas de grupos de poder.
11. La desilusión y el rechazo político: Como resultado de los pésimos políticos y su desenfrenado enriquecimiento ilícito.
12. La sinrazón y poder deshumanizador tradicional: Reflejados en cuestiones «de siempre», «permanentes», «lógicas», como que el sistema no genere el espacio de participación a las mujeres y minorías.
13. Las grandes diferencias sociales: La falta de oportunidades para equilibrar socialmente el acceso a fuentes de trabajo y bienes de producción.
14. La incapacidad de asegurar la separación de poderes: El control abusivo de una élite de poder en la manipulación de otros organismos y entes de Estado.
15. La incapacidad de armonizar el bienestar particular con el interés social: El egoísmo humano y los efectos de la corrupción, hacen a un lado la realización del bien común.
¿Cuántos de los anteriores conoce? ¿Cuáles practica? ¿Cuántos identifica con alguna persona o candidato?
¿Estamos dispuestos a pelear contra estos enemigos?