Raymond J. Wennier

Cuando se habla de una buena retroalimentación educativa, muchos están refiriéndose a una evaluación formativa. El punto clave es que los alumnos tengan la oportunidad, en el momento preciso, de corregir sus errores y así, al corregirlos, aprender sobre la reflexión hecha de ellos. Ralph Tyler apunta que “no aprendemos de nuestros errores sino aprendemos de pensar sobre nuestros errores”.

Cuando se usa el término “confundido”, inmediatamente entran a la mente varios conceptos. Si estoy confundido, puede ser que no sé dónde estoy, lo que lleva una connotación médica. En otra situación, estar confundido significa no distinguir o no saber la diferencia entre dos o más objetos o situaciones. En una situación en el aula, la palabra “confundido” significa que el alumno está equivocado, está en un error.

Si nos damos cuenta, cada uno de los significados anteriores, traslada una actitud negativa de la situación a la persona y a sus acciones.

Hay que convertir el significado de confusión a una actitud y estado mental, positivos como una base para tener actuaciones positivas.

¡Gracias a Dios estoy confundido! Los beneficios de estar confundido son muchos, pero anoto los siguientes:

1. Me permite cuestionar un dato, una información, dados como verdaderos.
2. Me permite usar una estrategia de “inquiry”, búsqueda; conseguir más información para ser analizada.
3. Me permite usar la tecnología como auxiliar para lograr información de múltiples fuentes, con mayor rapidez. Así puedo comparar, diferenciar, justificar, explicar, planificar, modificar, crear, evaluar. De esta manera ejercito mi pensamiento crítico y creativo.
4. Me permite satisfacer mis inquietudes, curiosidades, dudas, intereses. Desarrollar o descubrir mis habilidades y destrezas.
5. Me permite ejercitar la independencia del aprendizaje de por vida, que es uno de los propósitos de la educación.
6. Me permite concretizar mis confusiones, en acciones observables.
7. Me permite tomar mejores decisiones en el momento preciso.

La educadora Lisa Schoff dice que: “El cerebro aprende mejor cuando los alumnos aprecian el valor de la confusión”.

Si queremos alumnos bien preparados para una educación postsecundaria, tenemos que profundizar las experiencias. Propiciar que sean con expectativas altas pero alcanzables, que sean relevantes/significativas para el tiempo y lugar de los alumnos; que produzcan motivación permitiendo la participación de los alumnos y que ellos tengan un interés personal en esas experiencias.

Así, estamos hablando de convertir una confusión, en un concepto y actitud positivos. Carol Dweck habla de una actitud mental de crecimiento continuo, tanto académico como personal.

A lo largo de los años, y a pesar de decirlo continuamente, creo que en nuestro sistema educativo, persisten tres “enemigos” para lograr una educación/aprendizaje más profundo y que eliminan la estrategia de “Inquiry-based learning”: TIEMPO, PENSAR Y REFLEXIONAR.

Continuamos la semana entrante.

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