Jorge Santos

La sociedad guatemalteca, en particular los pueblos históricamente excluidos y oprimidos han demandado durante décadas un modelo de representación que sea incluyente, participativo y que garantice las condiciones para una vida digna, sin embargo siempre ha sido un pequeño grupo de familias oligárquicas que a sangre y fuego con la instrumentalización del siempre servil ejército, aplacan esta demanda e imponen su voluntad.

Luego de la invasión perpetrada por los Estados Unidos de Norteamérica y el derrocamiento del mejor presidente de la historia del país en 1954, la élite económica con el apoyo irrestricto de las élites políticas y militares han impuesto un sistema político claramente excluyente, dependiente del dinero y padre de las altas tasas de corrupción e impunidad. Y es que no podría ser de otra manera, que las obscenas tasas de concentración del ingreso, la riqueza y la tierra en el país por esa pequeña oligarquía, estén sobre la base del empobrecimiento, la violencia, la impunidad y la corrupción imperantes en nuestra sociedad.

La demanda ciudadana y de los pueblos de transformar el Sistema Político guatemalteco y su modelo de representación democrático se ha profundizado luego del mes de abril del presente año, al momento en que la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala –CICIG– destapa tan sólo uno de los casos de corrupción de muchos que conoce la población guatemalteca. Esta demanda por más y mejor democracia, se traduce en los multitudinarios llamados a refundar el Sistema Político, a depurar las instituciones públicas, a fortalecer la capacidad del Estado de poder sancionar a quienes desde el ejercicio del poder abusen de este.

Desde abril la sociedad guatemalteca está en emergencia y se moviliza para transformar su realidad, las respuestas desde las élites económicas, políticas y militares han sido hipócritas, engañadoras y como mínimo con la pretensión de confundir a la población que exige el cambio profundo. La posición del grupo de cámaras empresariales, el ejército y la mayoría de partidos políticos, en particular del Partido Patriota y de Lider, ha sido la defensa de este agotado y fracasado Sistema Político. Su defensa se centra en la defensa de un militar convertido a presidente corrupto y autoritario y junto con él se convierten en cómplices y parte del saqueo al erario público y por ende responsables directos de la grave crisis sistémica en la que estamos inmersos.

Este pánico a la profundización de un sistema democrático e incluyente por parte de la Embajada norteamericana y las élites serviles en el país radica en la plena conciencia en que al momento en que este se transforme y profundice la participación social y popular perderán los privilegios que hoy les permiten a unos el perverso manejo de los mercados y a otros la continuidad de su obscena concentración de la riqueza. En este hecho radica por ende la imperativa necesidad de profundizar la lucha social y popular hasta alcanzar la tan anhelada transformación de este Estado.

 

Artículo anteriorReconocimiento a Roxana Baldetti
Artículo siguienteUna alianza, un mismo interés