John Carroll

Los griegos cayeron en default recientemente por el incumplimiento de abonos a capital de su deuda externa. El lunes pasado amanecieron los griegos con los bancos privados cerrados y con restricciones de retiros diarios de efectivo al mejor estilo del Corralito Argentino. El resultado inmediato de estas medidas para la población será el de afrontar la falta de liquidez para poder afrontar sus gastos de bienes y servicios. Esto provocará además la escasez de productos de consumo básico debido a que no tendrán disponibilidad de efectivo para pagar sus importaciones y tampoco tendrán efectivo “domestico” para financiar su consumo. En pocos días los griegos vivirán un posible estallido social ante tal situación. Es bueno recordarles a los habitantes de Grecia, que fueron ellos los votantes de éste y de gobiernos pasados que llevaron al poder a una clase política acostumbrada a la permitida corrupción y despilfarro de los recursos públicos.

Pocos países del mundo cuentan con un estado benefactor tan instaurado y magnánimo como la Grecia de hoy. Los griegos están tan endeudados que es virtualmente imposible pagar su deuda y esto provocará que les saquen de la Unión Europea y que les retiren la utilización del Euro como moneda. Aun cuando la mayoría de países que conforman la Unión Europea apoyan ideológicamente las ideas del Estado Benefactor, la mayoría de países y sobre todos los que hoy en día se caracterizan por su eficiencia y productividad se han cansado ya de mantener a un país que pareciera comprar los sueños imposibles ofrecidos por su clase política. Es bueno recordar que el partido que actualmente ostenta el poder en Grecia es de izquierda y se ha dedicado a destruir casi totalmente la poca credibilidad que había ganado el país asumiendo pérdidas y apretándose los pantalones durante el gobierno anterior.

Grecia no saldrá fácil de esta crisis, por años de años gastaron más de lo que produjeron y el aparato burocrático creció a velocidad de vértigo hasta ahorcar el sistema. La historia comenzó parecida a la nuestra. Con una deuda externa manejable y con políticos convenciendo a ciudadanos de que todo estaba bien y que endeudarse solucionaría los problemas porque al insertar ese dinero a la economía se generaba una sensación de bienestar. Todo mundo ganaba muy bien, todo mundo tenía trabajo, todo mundo gozaba de su pensión, muchos de los servicios públicos eran gratis o subsidiados y la vida era color de rosa hasta que la cosa no aguantó y hoy se enfrentan a un desgraciado panorama.

No le queda más al pueblo griego que apechugar y hacerle frente a la crisis. Lo mejor que la Unión Europea puede hacer con Grecia es dejarle quebrar y aplicarle las sanciones debidas para luego expulsarle de la Unión. Las pérdidas serán gigantescas, pero solo esto provocará un cambio de fondo en los habitantes helenos. Debemos hacer conciencia de que el gobierno no es Santa Close para pedirle constantemente que se encargue de arreglar todos nuestros problemas y satisfacer nuestra larga lista de necesidades “primarias”. Es urgente que en atención a nuestro esfuerzo por reformar el Estado, exijamos a nuestros políticos que se diseñe, proponga e implemente una ley de presupuesto balanceado, porque de lo contrario estaremos sufriendo una crisis angustiante como la griega en un futuro no muy lejano.

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