Carlos Figueroa Ibarra

Hoy como desde hace siete años, Grecia es azotada por la tormenta. Con una deuda que alcanza el 180% del Producto Interno Bruto, está en una situación desesperada. Los rescates financieros que le fueron otorgados en 2010 y 2011 y que suman 240 mil millones de euros, al parecer resultaron insuficientes para poder sacar avante al país: el programa de rescate financiero elevó la deuda externa a 320 mil millones de euros. Así las cosas, las cifras de desempleo siguen siendo más o menos las mismas que las que consigné en un artículo que escribí en junio de 2012: 25% de la Población Económicamente Activa y aproximadamente el 50% de la población juvenil. Y los programas de austeridad impuestos por la “Troika” (Banco Central Europeo-BCE, Comisión Europea y FMI) han castigado cruelmente al pueblo griego. Basta recordar las cifras de las medidas de austeridad que le han impuesto a los griegos: despido de 150 mil burócratas, disminución del salario mínimo en un 60%, aumento del IVA de 23% (castigo a los consumidores y no a los que más tienen), reducción de las pensiones en un 40%, recortes presupuestarios.
Fue esta crisis devastadora la que llevó en enero de este año al triunfo de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) en alianza con un partido nacionalista de derecha que se opone, por sus propias razones, a las medidas impositivas de los organismos financieros internacionales (ANEL, Griegos Independientes). A seis meses de ese triunfo el gobierno encabezado por Alexis Tsipras se encuentra en una encrucijada. No pudo llegar a un acuerdo con el FMI con respecto a diferir para noviembre el pago de mil 600 millones de euros y por tanto a partir del martes 30 de junio de 2015 ha entrado en una moratoria de pagos generando una conmoción económica mundial. Las razones se pueden advertir en el discurso emitido hace unos días por el Primer Ministro griego. Simple y sencillamente el gobierno se niega a aceptar el ultimátum planteado por el Eurogrupo (el conjunto de países acreedores de Grecia) en el sentido de seguir apoyando al país a cambio de una nueva andanada de medidas de austeridad sobre el terriblemente castigado pueblo griego. Estas medidas, de acuerdo con lo expresado por el propio Tsipras, son una mayor precarización laboral, más recortes en las pensiones, más reducciones en los salarios del sector público y un incremento al 23% en el IVA de alimentos, restaurantes y turismo además de la eliminación de las exenciones tributarias en las islas griegas.
Habiendo llegado Syriza al gobierno con un programa que es todo lo contrario a las medidas que le quiere imponer el Eurogrupo, el ultimátum no puede sino interpretarse como un serio intento de convertir al gobierno de Tsipras en algo totalmente opuesto para lo cual fue favorecido por la mayoría en las elecciones de enero. He aquí el motivo por el cual el gobierno ha convocado a un referéndum el próximo domingo 5 de julio.
Ese día sabremos la suerte que le espera al pueblo griego.

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