Verónica Palma
Periodista
ccs@solidarios.org.es

Siete millones de personas mueren al año debido a la contaminación del aire, según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS). La mala calidad del aire ha elevado en los últimos años el número de fallecimientos prematuros, las enfermedades, costes sanitarios, calidad de vida.

Se considera contaminación a cualquier sustancia nociva introducida por el hombre que sea perjudicial tanto para los seres vivos como para el medio que les rodea. El dióxido de carbono, responsable del efecto invernadero, es el gas que provoca en mayor medida el calentamiento global. Aunque todos los seres vivos emitan dióxido de carbono, solo se consideran perjudiciales aquellos gases creados por el hombre y que suelen estar asociados a las emisiones de coches, aviones, centrales eléctricas y otras actividades humanas que requieren de gasolina o gas natural.

La piel es el órgano humano que se ha visto más afectado por la contaminación. En ciudades con elevados índices de polución, los problemas de piel se han multiplicado, el acné, la sequedad, la pérdida de brillo y de color son ahora más frecuentes. Un estudio que ha realizado la empresa Olay ha demostrado que entre 200 mujeres pekinesas, aquellas que viven en distritos con un nivel de contaminación superior sufren peor hidratación que las que habitan en zonas con niveles inferiores aunque lleven una calidad de vida similar.
También han incrementado las alergias. Las plantas han tenido que adaptarse a las nuevas condiciones de ambiente y han desarrollado en su polen una proteína conocida como “proteínas del estrés”.

“Vimos que el polen con proteínas de estrés era más agresivo y producía síntomas más intensos en los pacientes alérgicos. Esta ‘rebelión de las plantas’ no es más que su sistema de adaptación a un entorno nocivo y los humanos estamos en medio y sufrimos las consecuencias”, explica Ángel Moral, coordinador del experimento.

Esto ha llevado a los Estados a tomar medidas contra la polución. En abril del año 2002, se aprobaba el Protocolo de Kioto por la Convención del Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, su principal objetivo es reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera para paliar el calentamiento global. A pesar de esto, existen países que superan los límites y compran cuotas de emisión a otros con niveles inferiores a la máxima. Como se puede observar estas medidas no son suficientes, la verdadera y única solución para salvar el planeta está en la voluntad del ser humano.

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