Eduardo Villatoro
Presumo que aunque no estuviera ocurriendo la crisis político/electoral que está atravesando el país, el desastre ecológico ocurrido en una amplia área del río La Pasión tampoco hubiese despertado el interés, la preocupación y menos la indignación de los guatemaltecos, porque la indiferencia, mansedumbre y sumisión que caracteriza a la mayoría de los compatriotas es determinante para que empresas transnacionales y de capital doméstico abusen, atropellen y se burlen de las leyes y exploten inescrupulosamente los recursos naturales, ante la complicidad y aprobación de las autoridades de toda jerarquía, comenzando con individuos como el que aún se atreve a llamarse gobernante del país.
Me refiero a la tragedia que significa para los respetuosos y amantes de la naturaleza y de la soberanía nacional la mortandad de decenas de miles de peces y de otros cientos de especies marinas a lo largo de cerca de 200 kilómetros del importante curso de agua; pero no todos sustentamos el mismo criterio, como lo pude advertir ayer al leer el titular de cuatro columnas de la página 12 de Prensa Libre, que le concede más importancia a un minúsculo grupo de presidentes de Consejos de Desarrollo de Comunidades afectadas y un alcalde, que “Desligaron a la Empresa de Reforestación de Palma de Petén (Repsa) de cualquier responsabilidad”.
Estos arrastrados funcionarios, para defender su empleo y quedar bien con un gobierno en etapa de autodestrucción, al igual que el mandatario y otros jerarcas gubernamentales nos ven cara de pendejos o en realidad lo somos, porque sólo un insensato llega al extremo de su estulticia como para considerar que el plaguicida que provocó ese ecocidio apareció como de repente y se esparció antojadizamente por las aguas del río La Pasión, si en todo el entorno no hubiera empresa que utilice el de la marca Malation, más que la Repsa.
Es posible que ni propietarios y ejecutivos de Prensa Libre compartan el criterio de deslindarse de esa desnaturalizada compañía, sino que ha sido una decisión tendenciosa del editor de la página o del diagramador los que dispusieron titular sesgadamente la noticia así “Repsa divide a vecinos” y en la entrada o lead de la información inicien con estas palabras “Mientras un juzgado ordenó el cierre temporal de (la mencionada empresa), el alcalde de Sayaxché y líderes comunitarios desligan de responsabilidad a esa compañía”. Aunque en párrafos posteriores informaron lacónicamente que siete de los miembros del Concejo de Sayaxché desmintieron al embustero alcalde. Además, informa que reporteros del diario “constataron la contaminación que ha causado zozobra” entre los vecinos.
La noche de la fecha en que ocurrió ese desastre, presentadores de un programa de televisión que se dedican al análisis de acontecimientos y que suelen mostrarse hasta agresivos con políticos que no comparten su posición, esa vez fueron sumamente comedidos y amables con el Ministro de Medio Ambiente, con un ejecutivo de la compañía y un experto en la materia que llegó en representación de la Universidad de San Carlos, quienes se dedicaron a justificar que la empresa cuenta con equipos de control para evitar tragedias como la que ha puesto a la defensiva a los integrantes de SEIS MICRORREGIONES DEL MUNICIPIO DE RAXRUHÁ, “ante el inminente riesgo que corren las fuentes de agua que abastecen nuestras comunidades”.
Denuncian esos comunitarios que las empresas que operan en el área violan los derechos humanos y laborales de “nuestros hermanos q’eqchies, que trabajan en las compañías incrustadas en nuestro municipio, como lo son Canaleño y Maderera Chiquibul, que explotan y exponen a nuestros hermanos indígenas a laborar en condiciones infrahumanas, además de que son expuestos a la manipulación de fertilizantes agrotóxicos, sin protección alguna”.
(El reportero Romualdo Tishudo apunta: La veracidad está en riña permanente con políticos, funcionarios públicos… y algunos periodistas de salón)”.