Eduardo Blandón

Si cada uno cumpliera con su parte e incluso se hiciera un poco más, podríamos transformar Guatemala.  El cambio solo es posible con el compromiso personal cumplido vigorosamente, con inteligencia, de manera pertinaz.  No una o dos veces, sino los intentos que hicieran falta.  Por ello, las manifestaciones del sábado no están de más.

Algunos reclaman que las protestas recurrentes no bastan… y parece cierto.  Resultarían inútiles si solo eso hiciéramos, pero hay otros caminos por transitar para ir más allá del grito callejero.  Son importantes los esfuerzos para la promoción de iniciativas que provoquen la transformación del país.

Proyectos conjuntos, personales e institucionales, tienen valor en cuanto ayudan a perfilar una sociedad diferente.  Unos en la calle, otros en el seno de la discusión partidaria, en las iglesias reclamando justicia, en los tribunales y las oficinas de los burócratas denunciando el pillaje, todos colaborando en la construcción de la Guatemala anhelada.

El camino del ninguneo no lleva a ninguna parte.  Divide, desanima y provoca resultados no deseados.  Por el contrario, tener la convicción de que sí se puede cambiar el país por el esfuerzo individual y comunitario, genera un ambiente de optimismo y ánimo.  Es ese aliento el que necesitamos.  La convicción compartida de que no todo está perdido.

Hay una primavera que ya vivimos, pero apenas atisbamos.  Dejemos que amanezca y que la luz del día nos inunde.  Eso es posible si salimos de las tinieblas con el esfuerzo de todos.  Llenemos la plaza y que salga nuestra voz.  Sí se puede.

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