Estuardo Gamalero

“Puede que no siempre sea fácil, conveniente o políticamente correcto defender la verdad y la razón, pero es lo que hay que hacer. Siempre.” M. Russell Ballard

El fin no justifica los medios: la abismal diferencia entre los delincuentes y las buenas personas, es que los primeros actúan por encima de las leyes para conseguir sus objetivos, mientras que las personas honorables se rigen por la ley y la moral.

Los ciudadanos debemos actuar como centinelas de la democracia, no como jueces de la inquisición.

Concretamente me quiero referir al tema de postergar las elecciones. Alterar el marco legal para obtener un propósito (incluso deseable) no es correcto, de la misma manera que el objetivo no legitima los mecanismos. Si bien existe una clara confrontación con la legitimidad, es de suma importancia recordar que la Constitución de la República, la Ley Electoral y normas ordinarias, en el marco del «Estado de Derecho» que tanto anhelamos, se deben respetar, por ejemplo: la convocatoria a elecciones y la fecha de su celebración; cuándo y cómo se reforma el proceso electoral y por supuesto garantías como la irretroactividad de la ley, los derechos adquiridos y el fraude de ley.

Desobedecer lo anterior, es permitir que mañana un aprendiz de dictador manipule la ley y proponga la reelección presidencial, que un revolucionario antisistema (de cualquier extremo) amenace con una Asamblea Constituyente para redefinir el Estado a su conveniencia, la reconvención de los derechos individuales y en fin, que cualquiera proponga disparates al margen de la ley y provoque un caos en favor de aquellos que se empeñan en vivir de lo ajeno.

La razón fundamental por la que los pícaros ganan las batallas, es porque los buenos callamos, nos acomodamos y en el peor de los casos tuvimos o tenemos miedo. Sin embargo, estoy convencido que el tiempo siempre descubre la verdad y el karma, o Dios para quienes creemos en Él, da su merecido a los malos y un futuro con una conciencia en paz a las personas de bien.

En la desesperación del ser humano por corregir injusticias y reencauzar el camino, es usual que contemplemos y nos propongamos cosas que muchas veces son ilegales o están en la zona gris de serlo; el problema de resolver una situación de esa forma, es que justifica y le permite al adversario usar la misma táctica: violar o manipular la ley.

Teniendo la oportunidad de estar en TSE, en esta coyuntura histórica de corrupción vs sociedad, me he topado con cuestiones y advertencias que van desde: «los felicito, están haciendo una gran labor»; «tienen que ver como hacen para postergar las elecciones»; «tienen que velar por que sí hayan elecciones»; «tienen que cancelar»; «no vayan a inscribir a tal o cual»; «Don Arturo Herbruger hubiese hecho tal cosa»; «ustedes tienen el colmillo», hasta: «ustedes son un Tribunal sholco».

Detrás de cada opinión ciertamente hay un punto de vista que se debe respetar. El buen gobernante es aquel que por principio escucha, aprende sin arrogancia y nunca se aparta de la ley; de lo contrario, lo que se obtiene son funcionarios que terminan al servicio de intereses oscuros, justificando sus actos ilegales e inmorales. Lo anterior aplica tanto a la presión que un solo hombre poderoso intenta hacer, como a la que se puede recibir de una logia o una turba enardecida que lejos de razonar o proponer, exige y amenaza al margen de la ley y la razón.

El gran reto que tiene la ciudadanía, en apoyo al Tribunal Supremo Electoral, de la mano con la Corte de Constitucionalidad y la Corte Suprema de Justicia, es depurar el proceso y a los actores que evidentemente han atentado en contra de la efectividad del sufragio y violado la pureza del proceso electoral; pero esa tarea debemos realizarla de una forma legal, no tergiversando y quebrantando la misma ley que juramos defender. Una vez más deseo reiterar que la aplicación del artículo 113 de la Constitución (capacidad, idoneidad y honradez), así como la imposición de sanciones por la violación a las normas del financiamiento por una organización política, son un filtro y una obligación que debemos cumplir en apego a la legislación y no como consecuencia de la desesperación.

En ese sentido y para entender el proceso democrático-electoral, es de suma importancia que todos los funcionarios recordemos y entendamos que el bien jurídico tutelado siempre será la persona humana, quien debe y merece pureza, transparencia y sujeción a la ley. Las elecciones deben constituir un acto para que los individuos voten y elijan libremente a los gobernantes, no un simple mecanismo para repartir cuotas de poder.

Pienso que el primer Poder de todo Estado, es su pueblo soberano cuando alza la voz y actúa apegado a las leyes sobre las que demanda obediencia de los gobernantes. ¡Feliz Día del Padre!

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